No es que Vitoria parezca un parque de atracciones diario y, para mucha gente, en esa calma reside parte de su encanto. Pero de ahí a verla como un remanso de aguas estancadas media un río, siquiera nuestro modesto Zadorra. Como cuenta la publicidad radiofónica de un buen amigo, en esta ciudad paaasaan cooosaas. Por ejemplo, que un mito musical de los sesenta alegrase la vida el miércoles en un rectángulo del Toloño a una muestra representativa de cincuentones -bueno, más onas que ellos- con la interpretación de canciones legendarias. Mike Kennedy es uno de los nuestros desde hace dos años, vive en la calle Independencia y no huele al alcanfor que ha tratado de proteger sin éxito a otras celebridades de su generación. (+)