El toque a rebato ha sido especialmente intenso en Vizcaya, la plaza fuerte del PNV, que es consciente de la importancia de mantenerla bien guarnecida. De hecho, la contundencia o no de su previsible victoria en este territorio será determinante en el cómputo final: para los jeltzales es vital lograr el duodécimo escaño vizcaíno y aventajar al menos en cuatro al PSE, que a su vez confía en estrechar el margen. La clave para ello está, según los estrategas socialistas, en uno de sus feudos tradicionales, la margen izquierda del Nervión. Zapatero no pudo ser más claro al respecto ayer en La Casilla, donde dejó patente la euforia que se ha adueñado de las filas socialistas. Incluso, se congratuló por anticipado de la victoria de López, una osadía impensable si uno no cree tener el viento (del cambio) a favor. El cerdo que sobrevuela estas líneas es la imagen más certera de que el PSE cree en sí mismo: no contempla una cosecha inferior a 27 diputados.
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