La salida del Tour de Francia 2009 en el Principado de Mónaco ha sido espectacular. Posiblemente, en ningún lugar del planeta haya tanta concentración de riqueza. Incontables vehículos de lujo, flamantes yates de vértigo, un desaforado culto al cuerpo, piedras preciosas adornando cuellos y muñecas por doquier… La crisis no ha llegado a este enclave situado en la frontera que zigzagueando por la costa separa Francia e Italia.
La organización nos ha alojado en un hotel de alto nivel. Playa privada, piscina de burbujas, aparcacoches y servicio de maletas… Unas facilidades y atenciones a las que no estamos acostumbrados. También ha habido algún inconveniente, sobre todo monetario. Un café con leche costaba siete euros, la conexión a internet 60 céntimos el minuto… Peajes por estar alojados en una complejo tan exclusivo, que por cierto compartimos con el piloto de Fórmula Uno Fernando Alonso y en el que una noche cenamos en una sala contigua a la terraza en la que el archiconocido Alberto de Mónaco regalaba sonrisas en la presentación de un reloj de quilates…
En estos días previos al inicio de la Grande Boucle nos han visitado numerosos patrocinadores, a los que desde estas líneas quiero agradecer su ánimo y apoyo. Para nosotros es muy importante sentirnos tan respaldados cuando afrontamos el mayor reto del año. Nos hemos puesto una meta ambiciosa, conquistar una etapa, y lucharemos por ello hasta conseguirlo.
El ambiente del grupo es excelente. Hemos realizado numerosos entrenamientos en grupo para llegar a esta cita los más unidos posible. Estas sesiones de trabajo no han buscado solo el acumular kilómetros en las piernas a mucha intensidad, sino pasar más rato juntos, crear complicidades que luego en carrera se transmitan en el funcionamiento como un auténtico bloque sin fisuras. Creo que lo hemos conseguido. La etapa de Brignoles ha sido dura para nosotros por las caídas, pero estoy convencido de que nos vamos a reponer.