Recopilar los libros que uno piensa leer durante las vacaciones es uno de los mejores momentos del verano. Intuyo que es algo similar al placer de un gran cocinero que prepara un banquete exquisito para sus amigos y debe seleccionar los mejores productos y recetas. Uno se recrea pensando en los placeres que faltan por llegar y ahí está la emoción.
Este año he elegido un buen montón de tomos sobre terror o desastres, reales o ficticios. Me acompañan La Sequía de Ballard, El Rey Vikram y el vampiro, de Richard Burton, Camino Tortuoso, del guionista de cómic Warren Ellis, Salem’s Lot, de Stephen King y Ahora y siempre, lo último del maestro Bradbury. Esto en cuanto a la ficción. Otro libro de terror que leeré es Legado de cenizas, la historia de la Cia.
En vacaciones, el terror es totalmente refrescante, porque no tiene nada que ver con la arena caliente y la crema solar. Es una especie de contraste. Lo gótico y lo oscuro no se parecen en nada a una realidad de palmeras y sol deslumbrante. Lo interesante es que si uno se deja llevar por la imaginación llega a intuir vampiras caminando entre campos de golf nocturnos y fantasmas que otean desde puestos de socorristas abandonados.
Y para la banda sonora, he elegido otro maestro del contraste que me descubrió Iciar: Joe Bataan.
Y mientras tanto, preparo mi cita con B.B.