Adivina adivinanza: “Blanco fue mi nacimiento/ verde mi niñez/ roja mi madurez/ y negra mi vejez”. Los acertijos infantiles – este es uno – gustaban en la infancia, como su mismo nombre indica.
A Arnaldo le gusta el juego. Nos sale con una adivinanza. Dice que “si ETA mata mañana, la izquierda abertzale se opondría”. Albricias, se oye ya. La izquierda abertzale contra ETA, quiere interpretarse. Antes, el augur de Batasuna ha aclarado que no podría ser que ETA matase mañana porque ha dicho que no lo va hacer, que está de alto el fuego. Arnaldo cree a ETA y juega sobre seguro. ¿Si ETA matase pasado mañana –cuando diga que vuelve a las andadas- la izquierda abertzale se opondría? ¿Se opone al terror de una vez y para siempre? ¿Si es así, por qué no lo dice?
La frasecita de marras es otra invitación a la hermenéutica heroica. Estamos donde estábamos: interpretando frases batasúnicas, analizándolas. “Avance significativo”, se oirá. También, más o menos, “se equivoca el Gobierno al no coger la mano tendida de Batasuna”. Yerra “por no responder positivamente a los esfuerzos de la izquierda abertzale, a su decidida apuesta por la paz”. Algo así.
Mientras sigamos con adivinanzas no vamos a ningún lado.
Su postura ante el terror es la cuestión crucial y no la pueden solventar con frases crípticas o equívocas. Además, tienen materia para condenar. ¿La “izquierda abertzale” se opone a que ETA tenga explosivos y comandos activos?, ¿a que extorsione, a que mande cartas amenazantes, a la kale borroka? Pues podría decirlo ya, pues de eso se ha encontrado estas semanas, no anteayer ni pasado mañana.
Las declaraciones “amistosas” de Arnaldo encajan con una idea que se viene difundiendo desde hace tiempo, y que puede jugar algún papel en los próximos meses, cuando se intente culpar al Gobierno y a los partidos por negarse a hablar con los secuaces de ETA (ha de confiarse en que esta vez no habrá conversaciones en Loyola).
Es la idea de que la “izquierda abertzale” lleva tiempo presionando a los terroristas para llegar al alto el fuego. Así se deduciría que en el conglomerado ETA-HB hay dos mundos separados, ahora con fuertes tensiones. En esta lógica hasta resultaría conveniente, para ahondar en las fisuras, “negociar” con la trama civil. Contribuiría a aislar al terror.
Este esquema, voluntarista, podría ser germen de algún desastre como el resurgimiento político de ETA. Las fisuras son meras conjeturas. Hasta la fecha no han tenido ninguna plasmación pública. Tales especulaciones no justificarían cambios de actitud en la democracia.
Dicen que “la izquierda abertzale” le pide a ETA que abandone “la lucha armada”, pero no se le conoce ninguna petición concreta en este sentido. Se pone brava sólo frente al Gobierno, al que suele “exigir” –entre otras muchas cosas- “que los presos sean acercados sin condiciones”. Exige a la democracia. A ETA se dirige con respeto, en plan “sería conveniente una tregua permanente” (lo que no rompe con la línea argumental de los terroristas). Sólo una hermenéutica titánica atisba algún atisbo de disensión.
Y existe la posibilidad de que estas formulaciones batasunas formen parte de la estrategia pergeñada por ETA. Planearía una división de funciones. Los terroristas seguirían a lo suyo y el “frente político” tendría su camino, distinto pero complementario, lo que le permitiría presentarse a las elecciones. ¿Es ésta la madre del cordero de esta historia de treguas y retreguas?
Cualquier consideración de Batasuna como un sujeto político democráticamente admisible requiere su condena explícita del terror. No frases de doble sentido.
Además, quienes vislumbran grandes posibilidades a las presuntas divergencias entre ETA y los dirigentes de HB suponen que de producirse alguna ruptura las bases seguirían a éstos y no a ETA, pese a que ésta ha sido el elemento legitimador de todo el movimiento, una especie de oráculo de Delfos. Viene a ser el gurú, el profeta para esta suerte de comunidad política. A un profeta no se le sigue porque sus indicaciones se ajusten a las querencias del creyente, sino como un acto de fe.
[Solución a la adivinanza inicial: la mora; o así]