Las declaraciones de Mayor Oreja sobre la política antiterrorista resultan desoladoras, habida cuenta la relevancia del político, cabeza de la lista más votada en las elecciones europeas, ex ministro de Interior y referente de los populares en el País Vasco. También la oposición tiene responsabilidades en la gestión pública, no digamos si los asuntos guardan relación con el terrorismo. Por eso las declaraciones, reiteradas, desazonan. No son heroicas sino insidiosas.

Las afirmaciones son gravísimas. Viene a asegurar que está en marcha un proceso de negociación entre ETA y el Gobierno. Una afirmación de tal calibre exigiría pruebas y no llega ninguna. Sólo interpretaciones discutibles. Alega que es así porque siempre que ha habido alguna negociación se la blinda de entrada, por lo que tiene una segunda parte. Hasta donde a uno se le alcanza este mecanismo, presentado como de cumplimiento obligado, no ha existido en España. A no ser que las negociaciones de Argel tuviesen como corolario las “conversaciones” del PP con ETA (cuando Aznar) y éstas la negociación de la primera legislatura de Zapatero. No se puede sostener esta secuencia.

Aporta otro indicio. Observa esfuerzos para que Batasuna se convierta en “presentable”, que se desmarque de ETA y pueda presentarse a las elecciones. La verdad: sería más que deseable que Batasuna se apartase de ETA, por lo que no se entiende que se descalificasen actuaciones en este sentido. También es obvio que Batasuna, con el esperpento del “proceso democrático”, quiere limpiar su fachada a ver si logra colarse en el juego electoral. Lo está haciendo fatal, evidenciado su incapacidad de desmarcarse de ETA. Pero no se ve lo que dice Mayor Oreja., que desde el Gobierno y el PSOE se busque propiciar su concurrencia electoral. Se ve todo lo contrario. ¿En qué se basa para decirlo?

Y eso, al margen de que el Gobierno niega expresamente lo que Mayor Oreja dice y de que este sea el momento en el que la política antiterrorista está obteniendo mejores resultados, una circunstancia que no es irrelevante.

Lo que resulta del todo inadmisible son las afirmaciones de que ETA y el Gobierno no son adversarios sino aliados potenciales. Es una barbaridad. ¿Cree que el monopolio de la voluntad antiterrorista lo tiene al PP? ¿Que quienes en otras filas sufren el acoso terrorista son unos paniaguados o unos falsarios? Cabe entender que a Mayor Oreja no le guste el concepto de España que sostiene el Gobierno – sus rasgos melifluos tampoco le entusiasman a uno -, pero de ahí a suponer que el Gobierno quiere “una España debilitada” media un abismo, sobre todo si se asegura que esto constituye “un punto de convergencia” con ETA. De ser así el Gobierno habría caído en la abyección. Constituye una atrocidad poner en el mismo saco a los terroristas y a los demócratas.

El colofón de las declaraciones raya en el surrealismo. ETA entrará el año que viene en los Ayuntamientos, asegura – contra toda evidencia -. Después devolverá el favor a Zapatero para ayudarle a ganar las elecciones generales. No vale dejarlas caer estas palabras sin más. ¿En qué basa Jaime Mayor este pronóstico?, ¿en qué consistiría el apoyo etarra a ZP?, ¿cree que el Gobierno y ETA se pueden situar en el mismo plano moral?, ¿se comete semejante monstruosidad en la vida púiblica española? Si tiene algún indicio fehaciente – no una corazonada – tiene que explicarlo. Sin pruebas no caben afirmaciones tan graves.

Estas declaraciones vienen a dar una pátina de respetabilidad a ETA, que ve cómo la oposición le pone al nivel del Gobierno. Los terroristas volverán a creer que juegan un papel de primer orden en la política española, pues crean disensiones entre los demócratas y porque en la oposición les ven con capacidad de poner y quitar gobiernos.

¿Estas declaraciones estén haciendo un uso político del terrorismo? idea Hay que rechazar que sea esa la intención, por criterios morales.