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Burukides con la cruz a cuestas

Los héroes son los burukides, cargo cargado de un hálito de misterio, como guardianes que son de las esencias patrias del Pueblo Vasco en la versión del PNV. Llevan sobre sus hombros la recargada carga de conducir a los vascos hacia la tierra prometida, para más inri sin que haya acuerdo sobre en qué consiste ésta, si en la independencia sin más, la territorialidad, la libre asociación, la extirpación de españoles en solar vasco, la autodeterminación, la construcción nacional o el mando perpetuo de los nacionalistas sobre la cosa vasca, que algo así quería decir “la normalización” que tanto se usaba en el anterior periodo histórico, llamado soberanista.

No importa que no se sepa bien hacia dónde nos llevan los burukides, autoridad orgánica del PNV que viene a ser un híbrido de político y druida depositario de las esencias. La función del burukide es llevarnos: que no se sepa el destino le da aún mayor mérito. A las ovejas no les importa saber adónde van, lo fundamental es que sigan al pastor, que confíen en su sabiduría y fortaleza moral.

No siempre ha sido un camino de rosas el oficio de burukide, pues se manifiesta al mundo como un protolibertador de vascos, una responsabilidad milenaria. Pero ahora se ha convertido en una cruz, pues no es lo mismo predicar desde el púlpito gubernamental que echar pestes contra el lehendakari y el Gobierno Vasco, conceptos cuyo enunciado evocan las querencias más íntimas del PNV. Se les tiene que hacer un nudo en el estómago desautorizar al lehendakari, a la ETB o a los consejeros del gobierno de Euskadi, conceptos que sienten propios.

Por si fuera poco, llega el Aberri Eguna, antes día de satisfacción y gloria y ahora un escollo más dentro del vía crucis en que se ha convertido el camino del burukide desde que el PNV abandonara Ajuria Enea. Otro trago amargo. Para que no pase inadvertido que eran y ya no son, el burukide de guardia Andoni Ortúzar se lo ha recordado al universo mundo. Que no se olvide nadie de que han perdido el gobierno y ahora están fuera. Autoflagelación se llama la figura. Ha recordado que será el primer Aberri Eguna desde 1937 que se celebrará sin lehendakari nacionalista. Entiéndase: circunstancia tan lacerante para el PNV no se la han evocado los demás para mortificarles y escenificar los cambios, lo que va de ayer a hoy. No: han sido los propios mandos del PNV, que no están dispuestos a dejar pasar un clavo sin clavárselo a martillazos. Ven una corona de espinas y corren a colocársela, con las espinas hacia dentro para más saña. Creerán que cuanto mayor sea la pasión mayor será luego el premio. Los caminos de la liberación nacional son inescrutables.

Para acentuar su agonía se quejan de que el lehendakari no celebre el Aberri Eguna. Tres décadas se han pasado concibiendo el Aberri Eguna como una fiesta nacionalista para nacionalistas y ahora quieren que participe un lehendakari socialista. Será para abuchearle y afearle la doblez, si no no se entiende. Desde la transición hasta la fecha han hecho lo posible para que no sea una fiesta de todos los vascos, sino de exaltación nacionalista pura y dura, para lucir radicalidades y espantar hasta a los vascos no nacionalistas más proclives. Y ahora el burukide reclama que el socialista se avenga. Quizá piensa que todos comparten la afición del PNV por el sufrimiento.

Los socialistas dejaron de celebrar el Aberri Eguna en 1979, cuando quedó claro que para los nacionalistas no era un lugar de encuentro sino de parte. Sólo recayeron en 1993, tras la fusión/absorción de Euskadiko Ezkerra. Lo celebraron en La Arboleda. Para sufrir más hubo quien subió la supercuesta en bici, quizás por asociar el toque nacionalista con el esfuerzo físico. No repitieron la hazaña, que tuvo un aire rarísimo y no conmovió a los nacionalistas.

Basta repasar los manifiestos del PNV en el Aberri Eguna para comprobar que es una jornada que dedica a despotricar contra todos, en particular contra los no nacionalistas. Fue en tal efemérides, versión 1988, cuando lo aclaró: “En Euskadi vivimos vascos y no vascos”. “Vasco es aquel que, nacido o no aquí, se identifica con la forma de ser y con la idiosincrasia de este Pueblo y opta expresa o tácitamente por él”. O sea, el que se hace nacionalista y se autoconstruye nacionalmente asumiendo las tesis identitarias del nacionalismo. No han cambiado las tornas.

El PNV ha entendido siempre el Aberri Eguna como un espantaconstitucionalistas. Sin ir más lejos, el año pasado – cuando se quedaban sin lehendakari – llegaron a explicar el pacto PSE-PP con una cita de José Antonio Primo de Rivera, sugiriendo que el Gobierno Vasco socialista seguía tales directrices. Entre otras insidias que deslegitimaban al lehendakari socialista.

Los burukides han tenido a gala que el Aberri Eguna fuese una fiesta de nacionalistas, excluyente, la celebración de Euskadi/Euskal Herria como patrimonio privativo. No se entiende que se indignen porque los excluidos se sientan excluidos.

Por Manuel Montero

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