Urkullu ha transformado el lenguaje nacionalista. Ha roto con la tradicional austeridad verbal del PNV y llena el discurso de imágenes, metáforas y frases hechas, no exentas de heroicidad. Sus tropos son concretos, tomados de la vida cotidiana. Tiene afán didáctico, fruto quizás de su trayectoria profesional. Acaba de pedir a la izquierda abertzale “que haga sus deberes”, en vez de buscar al PNV como enemigo. Lo de los deberes le subyuga: se le nota su formación de profesor. En 2007, cuando lo de la gestora municipal de Ondárroa, lo anunciaba ya: “el problema está en que ese mundo no ha hecho sus deberes democráticos”. El peso estaba en los deberes, pero subyuga también la metonimia “ese mundo”. No sólo la batasunía. También aseguraba que “se están haciendo los deberes para salir de la crisis económica”. Era en febrero de 2009, cuando el PNV estaba al mando.
El habla de Urkullu tiene querencia por los animales. Una vez “la madre del cordero” era la connivencia PP-PSOE para cargarse la fusión de las cajas. Otra vez, hace poco, la mentada madre era la costumbre de los políticos de hablar a través de los medios de comunicación. Aunque en esto fue más contundente Azkuna: “la foralidad es la madre del cordero de los derechos históricos” y desde luego Erkoreka, cuado hace unas semanas proclamó que “no es lo mismo pastorear un rebaño de oveja latxa – autóctona de Navarra y el País Vasco- que uno de oveja carranzana o de oveja burgalesa” para explicar que lo tendrá fatal el obispo Munilla para pastorear a los curas latxas de Guipúzcoa, introduciendo de paso dudas sobre la vasconía de Carranza.
De acuerdo: Urkullu es menos rotundo en sus metáforas de animales, pero es más persistente. ¿Quién si no él pronosticó que tras las elecciones que el PP llevaría al PSOE “al pie de los caballos”, cuando estaban para pactar? También asegura que el PNV trabaja “como la hormiga, no como la cigarra”, que Zapatero se va envolviendo en una tela de araña o que el PP y el PSOE arriman el ascua a su sardina partidista y electoralista.
Tanto va el cántaro a la fuente que a veces a Urkullu se le trafulca la fábula. Le ha pasado esta semana, en su admonición a “la izquierda abertzale”. No lo digo por la frase “el problema que tiene “ese mundo” no es con el PNV”, que reintroduce el inquietante “ese mundo”, sino por su comparación: “Es como la fábula del lobo y las ovejas… ¡nos han avisado tantas veces que viene el lobo!”. Se refiere a los persistentes anuncios que hace la batasunía, pero se confunde de fábula. En la fábula del lobo y las ovejas no pasa lo que dice Urkullu. Eso sucede en la titulada “el pastor y el lobo”, en la que el pastor avisa tantas veces de que viene el lobo que, efectivamente, cuando llega de verdad no le hace caso nadie y el lobo se come a las ovejas. Sí existe “la fábula del lobo y la oveja”, pero tiene un significado bien diferente. Hay distintas versiones, pero la idea central es la de que, aunque se haya presentado como herido o desvalido, al final el lobo se come a la oveja, aunque le haya ayudado. En la versión de nuestro Samaniego la oveja se marcha sin auxiliar al lobo enfermo y gracias a eso se salva.
La confusión de fábula es quizás error freudiano. A lo mejor Urkullu quería decir que como el lobo se come siempre a las ovejas, pues es su natural, mejor no echar una mano.
En estas alusiones animales Urkullu no está últimamente muy atinado. Le pasó hace un par de meses. Aseguró que “los leones se están quitando la piel de corderos. Y su voracidad parece no tener límites” refiriéndose al PSE. Es una figura desconcertante. No hubiera extrañado que tras quitarse los socialistas la piel de cordero les saliese lobo, como mandan la fábula, el dicho y la mala prensa que arrastra el bicho. ¿Pero león, siempre bien visto? Encima, viene de Urkullu, hincha confeso del Athletic, proclive por tanto a los leones.
¿Ha contraído el síndrome de Estocolmo? Quizás ha llegado a la conclusión de que los socialistas no son corderos, sino los reyes de la selva. En su blog explicó que recoge esta idea de la película “Leones por corderos”. O no la entendió o no la recuerda bien. El título evoca una frase de la I Guerra Mundial según la cual los leones – los soldados, gente valerosa que lo daba todo – iban mandados por corderos, los generales, unos cobardes ineptos.
En el mensaje de la película los leones son los buenos y los corderos los malos – no es como en la fábula, en la que los corderos son siempre los mejores -, por lo que quitarse la piel de cordero para dar en león resulta en esta historia lo mejor de lo mejor. Quizás Urkullu se haya rendido ya ante las virtudes socialistas, que no parece.
Pese a estos leves fallos se agradece que la retórica del nuevo nacionalismo se pueble de animales de fábula. Es mejor que andar todo el día con el ser para decidir, seremos lo que queramos ser y esas cosas.