AGUSTÍN DÍAZ YANES CINEASTA
El director de ‘Alatriste’ debuta como novelista con una intriga sobre el poder financiero que ha neutralizado a la clase política
Colchonero irredento, Agustín Díaz Yanes (Madrid, 1950) gritó los goles de Falcao en la intimidad de su hotel bilbaíno. A la mañana siguiente le tocaba justificar su debut como novelista con “Simpatía por el diablo” (Ed. Espasa), una absorbente intriga de ficción con banqueros insaciables, políticos corruptos y ciudadanos cabreados. El director de “Alatriste” no ha tenido que buscar muy lejos la inspiración.
– ¿Escribe una novela porque no puede rodar una película?
– Cuando terminé mi última película me dije que quería tomarme un año sabático, pensando que me iba a llamar algún productor. No me llamó nadie. Surgió la oportunidad de escribir y acerté, no tenía mucho ánimo de volver a rodar.
– ¿Rodrigo Rato podría ser un villano de su libro?
– No le conozco lo suficiente. Lo que llamaban “el milagro Rato” se ha producido, pero de otra manera. No sé si será un villano, lo que no parece es muy buen gestor. Ha dejado un desaguisado que se salvará con dinero público quitado de otros sitios. Un partido político hace bandera de adelgazar el Estado, y a los cuatro meses inyecta dinero público a la banca.
– En su libro habla de “golpe de estado económico”. ¿No cree que se ha producido hace mucho tiempo?
– Sí. Lo que todavía no se ha producido es la combinación de un golpe de estado económico con otro político. Los primeros indicios los ha dado Monti en Italia, al que no le ha votado nadie. Nos cuentan que es mejor que gobiernen los técnicos que los políticos, y cuando ha ocurrido ha sido terrorífico. Yo estudié Historia y, menos Keynes, los expertos que han hecho predicciones siempre se han equivocado. También empiezan a ponernos como ejemplo a China y Singapur, que con su mezcla de eficiencia y un Estado autoritario logran el crecimiento económico.
– El presidente de Mercadona alaba la cultura del esfuerzo de las tiendas de los chinos.
– Sí. Ahora tenemos que trabajar doce horas por 600 euros, no tener pensión ni seguridad social, pagarnos los medicamentos y ver cómo se privatizará el AVE que hemos pagado entre todos. Cuando Eto”o fichó por el Barça dijo algo sublime: “Correré como un negro para vivir como un blanco”. ¡Bah! El golpe de estado económico nos lo dieron hace quince años sin darnos cuenta y estos son los resultados. La gente cada vez vota menos.
– Se ha documentado leyendo libros de Economía. ¿Qué ha descubierto sobre eso que llaman mercados?
– Que son uno de los mayores timos de la historia. Los economistas se han inventado una jerga complicadísima para decir exclusivamente que lo único importante es que los accionistas ganen mucho dinero. Importa un carajo que caiga Grecia o España, con tal de que un fondo de inversiones consiga dos dólares más por acción. Y todo manejado por unos señores sin responsabilidades que salen indemnes y muy ricos.
– ¿También manejan a nuestros políticos?
– Yo no creo que estén manejados, pero sí que han hecho dejación de sus funciones. Nosotros los elegimos para que nos defiendan de cosas así, y resulta que ellos caen en el mismo lenguaje. A veces los políticos tienen que ponerse al frente de la manifestación.
– ¿Echa de menos que tengan más formación intelectual?
– Sí. Cuando les escuchas en el Congreso es para echarte a llorar. Deberían conocer el país donde viven y su historia reciente. Saber por qué existen los sindicatos, por ejemplo. Aunque hayan sido los primeros de su oposición no saben nada de la vida. Es la gran diferencia con los políticos de la Transición.
– ¿Está decepcionado con la izquierda que ha gobernado hasta hace dos días y a la que usted siempre ha apoyado?
– Absolutamente. Soy un votante irredento, sobre todo por Rubalcaba, uno de los pocos políticos inteligentes en este país. Con Hollande se están dando cuenta de que se pueden hacer políticas diferentes, porque éstas no han funcionado. La crisis se ha llevado a 17 jefes de gobierno, pero no ha caído ningún banquero.
– En “Simpatía por el diablo” también aparece su querido mundo taurino. ¿Le da rabia de que se sigan asociando los toros a la derechona?
– Sí. Antes pasaba con el fútbol. Tampoco me quita el sueño. Yo voy a los toros a ver torear, no me interesan otras cuestiones. Si hicieran una encuesta sobre las preocupaciones de los españoles, la Fiesta estaría al final. La crisis afecta a mi hijo y a mis amigos, pero a veces pienso que lo único que me interesa ya son los toros y el resto del mundo me importa un carajo. He sido afortunado y he podido hacer el cine que he querido.
– ¿Y la siguiente película?
– Cuando pueda hacerla bien. Y no me refiero a ganar el sueldo de antes. Cuando tenga los medios adecuados y con un público que quiera verla, porque ahora es casi inevitable que solo la vea mi familia y un amigo. Nos venden la bobada del cine de guerrilla, hecho sin medios. Eso es para los chavales que empiezan, yo no llamo a mis amigos para que trabajen sin cobrar. Si no hago más cine es que no me toca hacerlo, no veo a gente con pancartas pidiendo que vuelva. Hago mía una frase genial de Paco Camino: “He llegado a donde he podido”.