OONA CHAPLIN ACTRIZ
La nieta de Charlot y estrella de ‘Juego de tronos’ las pasa canutas en ‘Purgatorio’
Hace tres años vino a Málaga con “¿Para qué sirve un oso?” sin más méritos que ser la nieta de Charlot. Oona Chaplin (Madrid, 1986) regresa convertida en una estrella internacional gracias a la serie “Juego de tronos”. La hija de Geraldine Chaplin tiene su primer papel protagonista en “Purgatorio”, un inquietante “thriller” en el que debe cuidar al hijo de una vecina que asegura ver un niño donde no lo hay. El filme de Paul Teixedor cerró ayer la competición del festival.
– ¿En qué ha cambiado en estos tres años?
– Ahora estoy mucho más relajada. Me he dado cuenta de por qué quiero ser actriz. Cuando me relajé es cuando me empezaron a venir las ofertas.
– ¿Cuáles son sus miedos cotidianos?
– Tengo muy pocos. En realidad, más que miedo tengo curiosidad. El año pasado me metí a fondo a estudiar la muerte. Me fascina. No he perdido el miedo porque no me gustaría morirme mañana, pero la veo de otra manera. Ya no puedo pensar en nada que me dé miedo.
– ¿Y eso?
– Volví a ver las películas de “La guerra de las galaxias”, que son, de lejos, mis favoritas. Hay un momento en el que Yoda, justo antes de morir, dice: “Me voy a dormir, para siempre descansar, me lo he merecido”. Buf. Imagínate qué psicología: merecerte la muerte. Lo único que me falta para morir tranquila es saber plantar las cosas y verlas crecer. El domingo me voy dos meses a California a una granja a aprender.
– ¿Ver crecer una familia también?
– Si me da tiempo…
– ¿Se le caen los anillos cuando viene de una superproducción como “Juego de tronos” a una película hecha con 200.000 euros?
– En absoluto, el tamaño de la caravana me lo paso por el forro de las pelotas. A quien le importe eso está en este “business” por razones muy equivocadas. Hay que contar historias que molen y dejarse guiar por la integridad. Trabajar con técnicas de guerrilla aumenta el compañerismo y la solidaridad.
– ¿Qué tiene usted de española?
– El acento y que me enfado en español. Me encanta el chorizo y el flamenco, pero poco más. He viajado tanto… Mis padres me han dado la bendición de no tener identidad nacional. Mi manera de bailar y caminar cambia depende de donde esté.
– Saber que uno no es de ningún sitio es bueno para ir por la vida.
– En este momento tengo 23 kilos de posesiones, todo lo demás lo he vendido. Vivo en mi maleta, bueno, en Málaga desde ayer. El domingo viviré en Los Ángeles. El mundo ahora es pequeño y diferente. Valoro la calidad de la tradición y las identidades culturales, filosóficas y espirituales, pero me importan tres pimientos los nacionalismos.
– ¿Tiene un sitio al que volver?
– Durante diez años fue Londres, pero ya no. Estoy buscando casa, ciudad, país.
– ¿Qué le debe a la Talisa de “Juego de Tronos”?
– Mucha alegría y amigos que me van a durar toda la vida. A nivel profesional me ha abierto muchas puertas. Impone. La serie engancha porque el sexo y la violencia nos tocan a nivel visceral. La cuarta temporada es la bomba, las otras me parecían un pelín superficial. Aunque yo ya no esté.
– ¿Es cierto que tenía prohibido por contrato hablar de las tramas de la serie?
– Claro, nadie quiere “spoilers”.
– ¿Recibe ofertas de España?
– No. Me da pena. También lo entiendo porque hay muchas actrices de talento. Pero si no me llaman porque creen que soy inalcanzable es una bobería.
– Su primer trabajo fue en un taller mecánico en Suiza.
– Sí, de coches “vintage”. Me fascina la mecánica y los coches. Si te soy sincera, me daba bastante morbo por esas fantasías de mujer con los talleres mecánicos… Me gusta pensar que si se me para el coche sabría arreglarlo.
– Tiene una madre adorable.
– Es la mejor mujer del mundo. Graciosa, sabia, eterna. Le miras a los ojos y ves que lleva en esta Tierra cientos de años. Me ha enseñado mucho sobre la vida sin imponer, solo siendo ejemplar. Nunca nadie me habla mal de mi madre.
– Aparte de cuando le preguntamos los periodistas, ¿cada cuánto piensa en Charlot?
– Ahora he estado en Los Ángeles y cada día me encuentro con un grafiti suyo, una calle, un café… Es increíble pensar que ayudó a formar esa ciudad, el universo donde yo tengo el privilegio de participar.