A Mikel Aguirresarobe le ha costado una década ver en los cines su ópera prima, una comedia sobre el demonio de los celos.
Primera puntualización. Mikel Aguirresarobe no tiene nada que ver con Javier Aguirresarobe, nuestro director de fotografía más internacional. «En una edición de los Goya nos sentaron juntos: se debían creer que éramos familia». Segunda aclaración. El director de “Muertos de amor” debuta en el largo pero no es ningún jovenzuelo. A sus 43 años ha tardado casi diez en ver en los cines una comedia romántica sobre el demonio de los celos, un tema que ha inspirado tragedias como “Él”, de Buñuel, y “Herida”, de Louis Malle.
«Los celos no son algo para tomarse a broma», confirma el director irunés. «Todos somos celosos, pero hay niveles. Yo he intentado mostrar lo ridículos que pueden llegar a ser. Curiosamente, la gente muy joven muestra ahora comportamientos más machistas que antes. Y el maltrato muchas veces surge de ahí».
No nos pongamos tan serios. “Muertos de amor” -en los cines desdesde este viernes- se ríe de un celoso patológico (Javier Veiga), un pobre diablo que pierde el brazo en un accidente y con él su empleo de camarero en el Ritz. Así que se pasa el día imaginando que su mujer (Marta Hazas) le pone los cuernos con todos los hombres que se cruzan con ella, en especial el chef donjuán con el que trabaja (Ramón Esquinas).
Hace doce años, Aguirresarobe se fijó en la portada de una novela, “Muertos de amor”, de Carlos Cañeque (Ed. Destino). Era una imagen del pintor Ramón Moscardó, en la que un hombre encañonaba con una escopeta a una pareja que hacía el amor en la cama. «Me sorprendió que se tratara con humor una crónica negra sobre un personaje enfermo. Vi que allí había una película». El director, que había rodado un par de alabados cortos en los 90, convenció a Cañeque para llevarla al cine y consiguió que ETB se interesara en el proyecto. Pero la financiación no se pudo completar y la cosa se fue retrasando. Durante estos años Aguirresarobe ha vivido como realizador publicitario y, de vez en cuando, sacaba el guion del cajón para reescribirlo y alejarse cada vez más del libro. «Cuando haces cortos que tienen éxito te crees que enseguida vas a saltar al largo. Y no es así», desanima.
Cualquier machito se sentirá reconocido y reirá nervioso ante el catálogo de comportamientos masculinos que despliega “Muertos de amor”. El miedo a perder a la persona amada logra que el protagonista, frustrado por su doble condición de manco y parado, se comporte como un idiota. «Me parece bien si la peli se cataloga como comedia romántica, pero también es un dramón. Espero que el espectador sonría con la historia sin perder de vista que los personajes no lo hacen».
La aparición de un psiquiatra y la verborrea de este antihéroe pueden hacer pensar en el cine de Woody Allen. Y, efectivamente, el escritor Carlos Cañeque es fan del neoyorquino, aunque Aguirresarobe se decanta más por el humor británico y bestia de los Monty Python: «Cuando estoy deprimido me pongo “La vida de Brian”».
“Muertos de amor” se estrena con 40 copias de la mano de una distribui dora recién nacida en Hondarribia, Caotic Dream. Sin presupuesto para publicidad -«no podemos poner carteles en las marquesinas»-, su gran gancho es la popularidad de sus tele visivos protagonistas. Javier Veiga presentó “El Club de la Comedia” y Marta Hazas enlaza una serie de éxito tras otra: “El internado”, “Bandolera” y “Gran Hotel”. La actriz, al menos, podrá promocionar la cinta esta semana en “El Hormiguero”. Aguirresarobe ya piensa en su segunda película mientras extrae enseñanzas de la primera. «He aprendido que no puedes ser director y productor: por un lado quieres tener de todo y por el otro te lo quitas».