ENRIQUE GONZÁLEZ MACHO
EXHIBIDOR Y PRESIDENTE DE LA ACADEMIA
El hombre más poderoso del cine español desmantela su imperio de salas y no renueva mandato. Solo quiere «desaparecer».
Jamás ha ido menos gente al cine en España. González Macho tira la toalla en su empresa y se despedirá de la Academia tras organizar sus terceros Goyas.
No quiere fotografías frente a alguna de las salas que ha cerrado: de casi doscientas quedan apenas cuarenta. Tampoco ha subido a la segunda planta de su oficina madrileña, desde donde Alta Films llevaba más de treinta años distribuyendo el mejor cine independiente y de autor que se ha visto en este país. Enrique González Macho está cansado. Empezó sirviendo cafés en los rodajes hasta ser el director de producción más joven del cine español. Después levantó un imperio de salas que el cambio de hábitos sociales, la crisis, la subida del IVA y la piratería han dejado bajo mínimos. En abril, anuncia, ya no será el presidente de la Academia del Cine.
En las oficinas de Alta Films quedan una docena de trabajadores del medio centenar que se encargaba de las ramas de producción y distribución. «En agosto quedaremos cinco; después, ya veremos», anuncia el -hasta ahora- hombre más poderoso del cine español, que contempla perplejo cómo un modelo de hacer películas y proyectarlas se viene abajo. Hace dos fines se semana fueron a los cines españoles apenas 300.000 personas, la cifra más baja de la historia. Y ni siquiera había Mundial de por medio.
González Macho no puede seguir perdiendo dinero con las salas abiertas. Las siguientes en caer serán los Renoir Tenerife y las de Cuatro Caminos en Madrid. «Ahora no puedo cerrarlas, porque no tengo un duro». Dos años después de su elección al frente de la Academia, un cargo por el que no cobra y que convierte su agenda diaria en una locura, no está dispuesto a renovar mandato, hastiado de un Gobierno del que no espera «nada». «El IVA cultural lo bajarán cuando estemos moribundos y confío en que la Ley del Cine entre algún día en vigor». Organizará sus terceros Goyas y echará la persiana.
– ¿Qué va a hacer cuando cierre su empresa?
– No lo sé, porque no sé hacer nada. De aquí voy a salir jodido como no lo puedes imaginar. Con una mano delante y otra detrás. Y espérate que no me quiten una mano… La Academia también la voy a dejar, eso lo tengo muy claro.
– ¿No va a renovar su mandato?
– Dimitiré antes de abril porque quiero que haya una transición pacífica. Me gustaría ponerle al corriente a mi sucesor y que inicie tranquilo su andadura. Tengo que estudiar el proceso electoral y los estatutos, porque es complicado.
– ¿Por qué lo deja?
– Me comprometí por tres años. He procurado hacer lo que he podido. Me ha tocado la época más jodida política y económicamente, con el mundo revuelto. He estado más apagando incendios que creando cosas. Y no he pasado ni un ticket de taxi. Es bueno que haya cambios, porque la Academia quema mucho.
– ¿Y eso de que sale con una mano delante y otra detrás?
– Bien jodido.
– Pero usted va a seguir en este negocio. Montará una pequeña distribuidora dentro de un tiempo…
– No quisiera, lo digo sinceramente. Son treinta y tantos años. El final de esto va para largo, me queda un año para liquidar Alta. Entraré en concurso de acreedores y nombrarán un administrador judicial para las cuatro cosas que queden. Con un poco de suerte me dirá que me vaya a casa. Me gustaría dejar esto y que coincida con mi salida de la Academia. Si pudiera desaparecer, salvando las distancias, a lo Zapatero, no dando el coñazo como Aznar… No tengo fuerzas para montar nada. No sé qué voy a hacer de mi vida. Por no tener, soy tan desgraciado que como autónomo no tengo ni paro.
Una generación de cinéfilos le debe mucho a Enrique González Macho (Santander, 1947), responsable de que, gracias a sus salas en versión original Renoir y Princesa, Madrid y Barcelona tuvieran -según él- «la cartelera más rica de Europa». Su amor por el cine le llevó a aparcar Arquitectura y Económicas. Cumplió todas las etapas obligado por el sindicato vertical: meritorio, auxiliar, regidor, ayudante… De producir películas pasó a distribuirlas y exhibirlas, «porque de otra manera no se hubieran visto». De “Dersu Uzala” hasta llegar a éxitos como “Los chicos del coro” y “The Artist”, pero también a fiascos que compró caros y no hicieron taquilla. Llevar cine español a la URSS y reabrir la mejor sala de Moscú, el Judovesteny, no ha sido la mayor locura de un hombre que impone en el primer contacto y que reserva la afabilidad para las distancias cortas. Presume de decir siempre la verdad, por eso su adiós no suena a pose. «A mí me coge esto con 40 años y me voy a Colombia, un país con un potencial enorme. Allí hay ganas, entusiasmo y dinero».
– ¿Qué le ha dado el cine?
– He vivido de él, que no es poco. Con épocas muy duras y otras muy buenas. En cine no haces dos días lo mismo. Y aunque no soy nada mitómano, he conocido a gente que está muy bien. No hablo de estrellas, que me importan tres cojones. Comer con Manolo Gutiérrez Aragón, reírte con José Luis García Sánchez… Eso es estupendo.
– El cine le ha hecho millonario y le ha arruinado.
– Millonario no he sido nunca, porque he cometido el error de volver a invertirlo todo en este negocio. He tenido altibajos brutales. Cuando empecé ya tenía dos hijos. Salía a la calle por las mañanas e iba andando desde mi casa a la oficina junto al hotel Eurobuilding. Pensando a ver de dónde sacaba mil pelas. Esperando a ver si sonaba el teléfono para trabajar en una película y tragando más que nadie. Si algún día me pagaran lo que me han dejado a deber cuando empecé… Era jefe de producción y cobraba cinco mil pesetas a la semana, una pasta. La mitad en efectivo y la otra en diferido; o sea, nunca. No me daban el carné de jefe de producción porque era muy joven, así que tenía que pagar a un jubilado para que firmara por mí y yo le pagaba una parte. Pasé años así. Tenía dos jubilados, dos hijos de puta importantes.
González Macho lleva 36 años yendo al Festival de Cannes, el mayor mercado mundial del cine. Pero esta edición, por primera vez, no ha comprado ninguna película. «Fue como un funeral que duró trece días. Todo el que encontraba me daba el pésame muy amablemente. Me deprimí y decidí no ir a nada. Es el primer Cannes en el que he cenado solo en el hotel». En todas las entrevistas llevaba tiempo anunciando que la situación de su empresa era insostenible. Cuando se lo comunicó a sus trabajadores no hubo caras de sorpresa. «La reacción fue incluso demasiado buena. Alguno me ha dicho que se ha extrañado de que hayamos durado tanto tiempo». En resumen, 250 personas en la calle en los dos últimos años -«sin EREs y con indemnizaciones dignas»- y una cartelera más pobre, copada por superproducciones de las “majors”.
– ¿El cierre de su distribuidora arrastrará a otras independientes?
– Espero que no, pero alguna de las que competíamos puede caer. Van a tener un problema de exhibición, porque cada vez cierran más cines. Al mismo tiempo, las salas sufrirán un problema de suministro.
– La cartelera se empobrecerá.
– Ya es más pobre que hace cinco años. Yo siempre he presumido de que, excepto París, Madrid y Barcelona tenían la cartelera más rica de Europa. El público menor de cuarenta y cinco años también se está empobreciendo, el resto seguimos yendo al cine.
– ¿Y los jóvenes por qué han dejado de ir?
– Por muchas razones. El cine les parece caro desde el momento en que lo tienen gratis en otro lado.
– Ir al cine, sobre todo en familia, es caro.
– Entiendo que hablar de dinero con seis millones de parados y el 60% de los jóvenes desempleado resulta frívolo. Pero, en términos absolutos, que me diga alguien qué puedes hacer durante dos horas para divertirte y que te cueste 6,20 euros.
– Ir un sábado puede costar 10 euros si es en 3D.
– Siempre se dice la entrada más cara. Esa misma película la puedes ver en otros cines a cinco o seis euros en determinadas sesiones, con bonos, descuentos, día del espectador… En mi circuito, el precio medio ha bajado desde la subida del IVA.
– En las últimas semanas se han batido récords negativos de asistencia a la salas. Nunca ha ido tan poca gente al cine.
– Han coincidido muchos factores… Fines de semana con calor después de un invierno muy largo, los exámenes, acontecimientos deportivos… Este último fin de semana hemos hecho el triple.
– Gracias a “El Hombre de Acero”.
– No creas, no ha tenido una entrada excesivamente gloriosa…
– Cuando se levanta el lunes y desayuna con estas cifras catastróficas, ¿tiene la sensación de fin de era?
– Si yo hubiera sido una persona racional habría cerrado hace cuatro o cinco años. Pero como no lo soy… Veía que íbamos bajando y bajando, no terminábamos de tocar fondo mientras el resto de países subían. El cine va maravillosamente bien en Alemania y en Inglaterra, con las mismas películas que aquí estrenamos incluso antes. En España hemos matado el DVD y en el resto de Europa sube brutalmente. El año pasado vendimos por primera vez menos de 100 millones de entradas, y no sé qué va a pasar este año. Hasta los países intervenidos como Grecia y Portugal van mejor que nosotros. O Canarias, que como no sufre el IVA ha subido la asistencia a las salas.
– Warner ofrece un descuento del 13% en sus películas a los cines que bajen el precio de la entrada en ese porcentaje.
– Todo lo que sea bajar el precio me parece bien. El problema no está en el precio de la entrada, sino en la percepción que tiene el público a través de los medios de que el cine es caro. Cuando subió el IVA al 21%, yo bajé los precios. Hice una encuesta en mis cines y la gente contestaba que era carísimo.
– ¿Hay una agenda económica detrás? Se dice que a los grandes grupos de exhibición les interesa acabar con los cines pequeños.
– A nadie le interesa acabar con nadie por la competencia. Los grandes circuitos, como es lógico, velan por sus intereses antes que por los de los demás. Lo que está pasando es que va a ver una drástica reordenación de la exhibición a la baja. Todos los días caen salas, ya hay capitales sin cines.
– ¿De todos sus cines, cuál le ha producido más dolor cerrar?
– Los Renoir Majadahonda. Eran unos cines preciosos y yo iba mucho, porque vivo en Pozuelo. A los que más cariño tengo es a los Renoir Plaza de España, porque allí empecé. Los defiendo a muerte, seguiré con ellos como sea pese a las pérdidas. Cuando me vaya de estas oficinas regresaré al despachito que tenía en esos cines. Nada malo, será volver a nacer.
“No espero nada de este Gobierno”
– ¿Sin Internet seguirían abiertos todos sus cines?
– No lo sé. En términos generales, en los países donde Internet está más regulado les ha ido mejor a los cines.
– Quiere decir donde se castiga la piratería.
– Donde hay medidas eficaces para perseguirla. Lo de España nadie lo entiende. Yo también soy partidario del todo gratis, pero es imposible. Ni la Sanidad ni la Educación son gratis, es mentira. Las pagan los impuestos. Los médicos y los profesores cobran, y hacen bien. Hay una generación que tiene eso metido dentro y es demencial. Pero el discurso se les volverá en contra antes o después. Llegará un momento en que los grandes grupos de Internet cobrarán por todo.
– Siempre ha sostenido que, cuando todo el país estuviese cableado con ADSL, las operadoras empezarían a cobrar los contenidos.
– Es lo que persigue el Ministerio de Industria, que nos tecnologicemos hasta las orejas y luego ya veremos qué pasa. Mientras, está destruyendo todo lo que coge en su camino. Las propias operadoras, cuando lo necesiten, serán las que acaben con la piratería. Hasta entonces… Ahora sale el 4G y se publicitan con un fotograma. Porque, ¿para qué coño necesitas una línea de tanta potencia? ¿Para mirar quién era John Ford en Wikipedia? No, para ver una película suya. El propio desarrollo de la web hará que tecnológicamente no sea tan fácil bajarse películas.
– Usted fue pionero con Filmin en las webs de descarga legal. ¿Cómo le va?
– Mal. Todavía no es un modelo de negocio, no llega ni al 1% de la financiación de una película. Entiendo que un chaval esté encantado de hacer un corto con su móvil, colgarlo en YouTube y que lo vean 200.000. Pero el cine es otra cosa.
– ¿Espera algo de este Gobierno?
– No. El IVA cultural lo bajarán cuando estemos moribundos. Y espero que la Ley del Cine entre algún día en vigor. Me pusieron a parir en los primeros Goyas, cuando dije que estábamos con un pie en la ley anterior y otro en el vacío. Llegaron los segundos Goyas y pasó lo mismo. Mucho me temo que en la tercera edición sigamos igual.
ALTA FILMS
– 180 salas en 9 ciudades llegó a tener González Macho en su circuito Renoir, además de gestionar la programación de otras tantas. Su productora y distribuidora Alta Films, sello de cine de autor, echó la persiana hace un mes.
EN LA ACADEMIA
– Conciliador. Macho ha luchado por borrar la imagen politizada del cine español, aunque no pudo evitar las proclamas contra el Gobierno en los últimos Goyas.
– Antipiratería. Pionero en las webs de descargas legales con Filmin, ha sido combativo contra los defensores del “todo gratis”.
– Marca España. «Lo mejor que le puede pasar al cine español es que se vea más fuera que dentro, como ocurre en los últimos años», sostiene este defensor del valor industrial de la cultura.
(Entrevista publicada en el diario EL CORREO el 30 de junio de 2013).