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Oskar Belategui

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A la caza del narco en el Estrecho

 

Luis Tosar y Daniel Monzón repiten cuatro años después de ‘Celda 211’ en ‘El Niño’, una espectacular película que describe la ruta del hachís

 

CABO DE GATA. Hoy hay luna nueva en el Cabo de Gata y el mar está en calma. La situación ideal para que haya ajetreo nocturno. En el puerto de San José, dos planeadoras de doce metros se cargan de fardos de droga. Cada una lleva tres motores de 250 caballos y es capaz de alcanzar los 60 nudos (unos 115 kilómetros por hora). Llenar el gigantesco depósito cuesta 4.500 euros. Vuelan sobre el agua. En un rato saldrán a mar abierto y protagonizarán un ballet diabólico con la estrella de la función: un helicóptero de la Policía que llega a rozar el mar con su patín. A los mandos está un agente del cuerpo, Luis Bardón, que lleva 25 años persiguiendo narcos en el Estrecho. Si hay una urgencia dejará empantanado el rodaje.

 

Menos los fardos de hachís, que son de atrezo, casi todo es real en “El niño”. Las embarcaciones semirrígidas fueron incautadas por la Policía; los escenarios elegidos en la Bahía de Algeciras y la zona del Estrecho van de la opulencia de Sotogrande a míseros poblados marroquíes; el helicóptero Eco Charlie 135 es la pesadilla de los contrabandistas y su piloto logra virguerías que un especialista se negaría a realizar. Claro que, en pantalla, no veremos a Bardón, sino a Luis Tosar, que repite con Daniel Monzón tras los ocho Goyas de “Celda 211”. Con su mono de piloto, fabricado por la misma empresa que confecciona los de la Policía, es la antítesis del animal Malamadre. «¿Que si he aprendido algo sobre el narcotráfico estos días? Soy gallego», zanja el actor.

 

“El niño” será la película española que más dé que hablar el próximo año (su estreno está previsto para otoño de 2014). Es la apuesta de Telecinco Cinema tras el éxito de “Lo imposible” y -con permiso de “Torrente 5”, que arranca en agosto- la producción más ambiciosa esta temporada. Doce semanas de rodaje, 130 personas en el equipo técnico y cuatro unidades de cámara que filman las numerosas escenas de acción. Un presupuesto que ronda los 7 millones de euros para plasmar con espectacularidad hechos cotidianos en el Sur de España. «Una película de aventuras contemporánea que cuenta lo que está sucediendo», explica Daniel Monzón, que se ha nutrido de la página de sucesos para escribir el guion junto a su cómplice habitual, Jorge Guerricaechevarria.

 

Al inspector jefe Bardón le gusta lo que está viendo. Le recuerda a su serie favorita, “Canción triste de Hill Street”, porque narra la cotidianidad de unos policías. Solo que ellos no patrullan en coche, sino en un sofisticadísimo helicóptero biturbina equipado con radares y cámaras de última generación. Jura que es capaz de volar en silencio y tiene piloto automático, como en “El trueno azul”. Bardón constata que con la crisis el menudeo de droga se ha disparado. Y que, a diferencia de las películas, ellos nunca salen de vigilancia y se topan con los narcos. Gracias a la labor previa de investigación siempre saben la hora y el sitio donde se producirá la descarga.

 

A los pilotos suicidas de las planeadoras no se les detiene tan fácil, sobre todo si piensan que quienes les persiguen son “solo” los de aduanas. Bardón cuenta que, a veces, no queda más remedio que «enseñar la pipa» por la ventanilla para intimidar. Su primer mandamiento es recoger algún fardo que hayan arrojado al agua y después capturar a los malos, porque sin prueba no hay delito. Cuando no son las motos de agua pegadas a grandes barcos para que el radar no les localice son las pateras con inmigrantes. Estamos en la zona de mayor tráfico marítimo de Europa. En una planeadora se pueden cargar 3.000 kilos de hachís. Y el kilo en el mercado negro ronda los 1.500 euros.

 

A medianoche, a bordo de una lancha frente a la idílica playa de Genoveses, el cielo estrellado parece un efecto especial. En una reserva natural no hay contaminación lumínica, y por eso Monzón ha escogido un escenario que, en la ficción, simulará ser alta mar en el Estrecho. Al lado de Genoveses, en Mónsul, Sean Connery espantaba gaviotas con el paraguas junto a su hijo, Indiana Jones. A bordo también viene Paolo Vasile, el mandamás de Telecinco. De pronto, la lancha se lanza a 40 nudos. El helicóptero de la Policía sale de la nada y se posa sobre nuestras cabezas levantando nubes de agua. Hasta se aprecia el calor de sus turbinas. El subidón de adrenalina es bestial.

 

«Las escenas de acción las estamos rodando sin efectos digitales, de forma física. Y eso lo acaba notando el espectador», presume Monzón. Ya van tres hipotermias entre el equipo. La cámara digital Red Epic, la favorita de David Fincher, registra la acción desde todos los ángulos: tierra, mar y aire. El propio director va en la planeadora junto a los protagonistas. Tiene el cuerpo lleno de moratones por los bandazos de la embarcación. En 50 años, apunta el piloto de nuestra lancha, no había azotado tantos días seguidos el poniente. Desvela que en Gata ya no hay mucho contrabando porque opera un radar SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) que no pasa una. ¿Y esa habilidad suya para sortear el helicóptero? «Bueno, tengo experiencia…», responde.

 

“El Niño” toma su nombre de su protagonista, un adolescente de la zona del Estrecho que se introduce en el narco como un juego. «Uno de esos delincuentes que cuando les conoces son gente normal», define Monzón. «Se mete a traficar con hachís entre Marruecos y España para ganar dinero fácil y gastarlo igual de rápido. De paso, consigue fama en su entorno cercano y desafía a la autoridad». Su némesis es un policía «abnegado, casi obsesivo con su trabajo» encarnado por Luis Tosar. “El Niño” es un chaval de Vejer de 19 años y mirada azul acero que debuta como actor, Jesús Castro. No tiene carné de conducir, pero ha aprendido a conducir las planeadoras con el helicóptero sobre su cabeza sin inmutarse. «Es el puto Steve Mc Queen de aquí», piropea Tosar.

 

“El Niño” es asimismo el dibujo de una fascinante zona fronteriza donde, en palabras de Daniel Monzón, «la moral es confusa». «Estos policías no son como los de las pelis americanas, saben que se enfrentan a algo que es imposible de detener». Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie y Ian McShane, el Waleran Bigod de “Los pilares de la Tierra”, completan el reparto de esta ambiciosa producción que, según Vasile, «es un atrevimiento bastante controlado». Rodarla en castellano ha complicado sus ventas internacionales. Monzón rehusó un sinfín de ofertas en Hollywood para hacer suya una aventura que llega en un momento complicado para el cine español. «Cuando cuentas que estás rodando ya no te preguntan en qué película: te dicen “ah, estás en “la” película», ironiza Eduard Fernández.

 

LUIS TOSAR  ACTOR

“Los propios policías saben que acabar con el narcotráfico es imposible”

Luis Tosar rueda un primer plano crucial: aquel en el que, a los mandos del helicóptero, ve por primera vez la embarcación del “Niño”. El actor acaba de enterarse unos minutos antes de la muerte de su buen amigo, el intérprete gallego Xosé Manuel Olveira “Pico”.

 
– ¿Este es su primer policía?
– Para nada. Creo que he hecho todos los cuerpos de seguridad del Estado, de policía local a nacional. Y también me ha tocado algún corrupto. Eso sí, nunca he tenido la suerte de tener a los polis verdaderos en el plató para preguntarles todas las dudas. Ya incluso saben más de cine que nosotros. Si sonríen sabes que la toma es buena.

– Su personaje es uno de esos agentes obsesionados con su trabajo…
– Bueno, ya sabes, cuando alguien está obsesionado con su trabajo es que tiene carencias en su vida y se vuelca en algo para no afrontar sus problemas. Este policía no es que quiera salvar el mundo ni acabar con el tráfico de hachís.

– Y los agentes reales, ¿qué piensan del tema?
– Ellos saben los primeros que es imposible acabar con el narcotráfico. Cuando estás en Algeciras y ves los miles de contenedores te das cuenta de ello. Buena parte del tráfico que teníamos en Galicia ahora se ha desplazado al Estrecho. El otro día decomisaron 3.000 kilos. No deja de ser un señuelo.

– ¿Cómo se siente rodando escenas de acción?
– Me veo colgado del patín del helicóptero y pienso: es indecente cobrar por esto, ja, ja. La gente no se va a creer al ver las escenas que hayamos arriesgado hasta ese punto. Yo adoro el cine de los 70, ese tipo de acción. A estas alturas es muy difícil que un efecto digital te sorprenda.

 

Reportaje publicado el 15 de junio de 2013 en el diario EL CORREO.

 

 

Por Oskar Belategui

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