Gaël Morel recibe el homenaje de Zinegoak y estrena ‘Nuestro paraíso’, un homenaje a los thrillers de serie B protagonizado por chaperos asesinos
Gaël Morel nació en la región francesa de Ródano-Alpes, donde los cines del parisino Bulevar de Capuchinos quedan tan lejanos como las colinas de Holly wood. Creció en una familia numerosa en la que ir al cine era el premio a un trimestre escolar de aprobados. A los 15 años hizo las maletas y se marchó a buscarse la vida a Lyon. «Vengo de una familia obrera, de provincias. Soy lo opuesto al tipo de gente que se mete en la industria del cine, burgueses de París», presume. «Crecer en los 80 en el campo era muy aburrido. Mi única vía de escape fueron las películas. Por suerte, en mi paso a la madurez me aferré a esa afición, que acabó convirtiéndose en mi profesión».
Morel recibe este año el Premio honorífico de Zinegoak por una filmografía como actor y director en la que la temática homosexual siempre está presente. «Tengo 40 años. Más que el premio a una carrera lo veo como una palmada en la espalda para no sentirme solo y seguir adelante». Con apenas 20 años conoció la popularidad por su papel de François en “Los juncos salvajes”, de André Techiné, director que lo convertiría en su actor fetiche. Aquel joven arisco que descubría su orientación sexual con el telón de fondo de la Guerra de Argelia marcó su vida y su carrera para siempre.
«Cuando escribo un guion nunca pienso “voy a tratar la homosexualidad”», reconoce. «Intento que esté ahí, que forme parte de la deco ración, pero que no sea el sujeto del filme». Buena prueba es su quinto largometraje como director, que el Festival de Cine Gay-Lesbo-Trans estrena en Bilbao. “Nuestro paraíso” habla de «una homosexualidad no normativa, que se sale de lo habitual». Sus protagonistas son un chapero y su enamorado, amantes y cómplices dedicados a robar y asesinar. De rodarse en España en los 70 la hubiera firmado Eloy de la Iglesia.
Gaël Morel investigó el mundillo de la prostitución masculina en París, localizado en el barrio de Le Marais, el Bois de Boulogne y, claro, Internet. A diferencia de la prostitución femenina, no existen intermediarios (chulos) y pesa mucho más la edad: con 30 años los chaperos ya piensan en retirarse. Al revés que les ocurre a las putas, el peligro aquí es para los clientes.
«En la calle donde vivo ha habido cuatro asesinatos. Y las víctimas correspondían al tipo de usuarios de chaperos», explica el director. «Hablo de lo que ocurre en París, no sé lo que pasará en España. “Nuestro paraíso” es una película extrema, una ficción, no un documental. Homenajeo a las pelis de serie B y a títulos como “Bonnie & Clyde”, aunque aquí los protagonistas son dos chicos que viven su amor absoluto en el peor de los momentos».
Al director de “Sin respiro” le hartan los clichés con los que se muestra a los homosexuales en el cine, seres entrañables «que acaban formando una familia e integrándose en la sociedad». Gaël Morel, como el Bardem del último 007, defiende que los gays también pueden ser los villanos de la historia. «Quiero devolverles la capacidad de hacer el mal y experimentar el amor, lo cual no es incompatible. Lo hago de manera consciente, como acto militante, porque tener miedo de alguien es una forma de no sentirse superior».