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Oskar Belategui

Gran Cinema

“El mundo está regido por contables”

FERNANDO TRUEBA

DIRECTOR DE ‘EL ARTISTA Y LA MODELO’

 

 

Su filme más personal, en francés y blanco y negro, reflexiona sobre la creación artística y la vejez

 

 

Una escultura de su hermano Máximo, fallecido en 1996, preside el lugar de trabajo de Fernando Trueba. A él está dedicada “El artista y la modelo”, una hermosísima y sutil reflexión sobre la creación artística y la vejez, protagonizada por un viejo escultor y su modelo, una chica escapada de un campo de refugiados en la Francia ocupada de 1943. Jean Rochefort, Aida Folch y Claudia Cardinale protagonizan un filme rodado en francés y blanco y negro, con el que Trueba compite por la Concha de Oro.

 
– El guion de “El artista y la modelo” está firmado junto a Jean-Claude Carrière, pero empezó a escribirlo con el llorado Rafael Azcona.

– De su aportación no queda nada. Los dos sabíamos que esta historia no era de su palo, eran más las ganas que yo tenía de estar con él. Recuerdo que me mandó un grabado de Picasso: “Este tendría que ser el cartel”.

 
– ¡Azcona pensando en el márketing!

– Nunca le oí comentar nada sobre el cartel de una película. Es un grabado desconocido, muy de Azcona, con esa tristeza, sin la sensualidad de Picasso.

 

– ¿Le echa de menos?

– Mucho. Tengo una foto suya sobre mi mesa. Tiene la mirada y la sonrisa exacta de cuando acabábamos de comer y nos quedábamos de pie en la calle dos horas hablando. Cuando escribo siento que me mira y se ríe.

 

– Azcona le reprochaba que en sus películas siempre hablaba de artistas y no de gente normal.

– Habla de lo que conoces, aconsejaba, pero yo creo que puedes contar las mismas historias con un artista y con un fontanero. Shakespeare habla de la vida y de las pasiones humanas a través de reyes. Nadie me ha convencido de más cosas que Azcona, sin pretender nunca convencerme.

 

– La película está dedicada a su hermano Máximo y a su ingeniero de sonido habitual, Pierre Gamet, que murió el pasado enero.

– Siempre estuvo dedicada a mi hermano. Cuando empecé a pensar en ella le dije que me encantaría que él estuviera para hacer las esculturas del protagonista. Fíjate si llevo tiempo con esta película… Cuando estábamos acabando el montaje, antes de las mezclas, murió Pierre, que era otro hermano. Llevaba conmigo desde “Ópera prima”.

 

 

– El escultor del filme busca la sencillez en su arte de manera obsesiva. ¿Usted también?

– Esa filosofía es la de la propia película. No es la mía, porque yo a veces hago comedias, con enredos y barroquismo narrativo. De hecho, le dije a Carrière que no íbamos a usar los “trucos” que él había empleado con Buñuel. Toda esa dramaturgia, los giros, teníamos que dejarla fuera. El otro día Julian Barnes citaba en el “Guardian” a un aristócrata inglés del XVIII que sostenía: “Hay que leer menos y vivir más”. Barnes no puede oponer los libros y la vida, no sabe qué le gusta más, porque en su caso son la misma cosa. El arte es la vida concentrada, una manera de mirarla, de entenderla y sentirla.

 

– Sobre todo en tiempos convulsos, como los que muestra su película y como los que vivimos ahora. Reivindicar la necesidad del arte con la que está cayendo suena a provocación.

– Precisamente es cuando es más necesario. El arte no te explica las cosas en el sentido de un filósofo, pero te puede ayudar a digerir la vida. Pessoa decía que la ficción es una necesidad de los hombres para hacer que la realidad sea real, porque esto que vivimos ahora es irreal, una inmensa broma. ¿Quién está detrás de todo esto? El mundo está regido por contables, por gente que hace informes. Los políticos no hacen política. Mira, el otro día me explicaron algo fascinante de Televisión Española, coproductora de “Chico y Rita”. No puede emitirla después de haber puesto el dinero porque contablemente perdería dinero al amortizar en un primer pase el 40%. Así que se la han vendido al Canal Plus. Es el criterio que rige el mundo: la pérdida del sentido común.

 

– ¿Pero mirar la vida a través del arte no es escapismo? ¿No debemos fijarnos en la prima de riesgo y esas cosas?

– El arte nunca es escapismo. Una comedia para hacer reír sería hoy más necesaria que mi película, una medicina para la gente angustiada. Preston Sturges contaba en “Los viajes de Sullivan” la necesidad que tenemos de reír.

 

– En crisis lo primero que se recorta es la cultura.

– Y lo que es todavía peor: la educación. Cualquier solución a los problemas de la humanidad viene de la educación. Los políticos son así y la gente les vota por la educación. Un pueblo civilizado de verdad votaría con mucho más sentido. Me desespero, pero luego pienso que en la I Guerra Mundial Proust escribía “En busca del tiempo perdido” y Joyce el “Ulises”. Cuando Billy Wilder rodaba “Perdición” los nazis estaban exterminando a seis millones y medio de judíos, entre ellos su madre. Ahora mismo el mundo se tiene que reordenar. Se nos ha vendido que el comunismo fracasó y el capitalismo triunfó, algo tan aberrante y enfermo como el fascismo. Su triunfo provocó la desregulación de los mercados, el todo vale y que esto sea el imperio de la especulación, la mentira y la información privilegiada. Después de forrarse unos cuantos el edificio se derrumba, y en eso estamos.

 

– ¿No le dio confianza Rajoy en el debate televisivo?

– No le vi. Estar informado en el día a día es demasiado deprimente. Te destruye. La prensa y los políticos se retroalimentan, hablan el uno en función del otro.

 

– ¿Le dan ganas de ser francés?

– Muchas veces, desde niño. Yo crecí en un país con una dictadura donde todo estaba prohibido y era pecado. Y descubrí por casualidad que en Francia estaban las cosas que más me gustaban: Picasso, Brassens, Renoir, Truffaut… Azcona me regañaba: “¡Cine italiano, déjate del francés!”.

 

– El cine no es periodismo, su deber no es reflejar la urgencia de la realidad. Pero cuando vemos “Plácido” o “El verdugo” dicen mucho de cómo somos nosotros.

– Claro. La película que más me gustado el año pasado es “Nader y Simin, una separación”. Puedes ser el más informado y leerte todo lo que haya salido sobre Irán. Y no sabes nada. En cambio, en hora y media de película vives en Irán. Ves las calles, los juzgados, una familia burguesa y otra religiosa, su nevera, como la nuestra, con fotos en la puerta… El cine tiene más verdad y capacidad de darte información que cualquier otro medio. No solo “El verdugo” y “Plácido”, que son las obras maestras del cine español: “Las chicas de la Cruz Roja” y “Los tramposos” cuentan más sobre cómo era este país que muchos libros de Historia. El cine es imprescindible, debe ser una especie protegida.

 

– ¿Y el cine español está en extinción?

– Está en un momento muy jodido, pero vamos a seguir haciendo películas, con más o menos sacrificios. Nunca he conocido un momento peor, aunque desde “Ópera prima” siempre me han preguntado sobre la crisis del cine español.

 

– Que no tenga móvil ni esté en las redes sociales no significa que desconozca los nuevos modelos de distribución de películas.

– No tengo móvil porque no me gusta que me interrumpan cuando leo o paseo. Soy un gran usuario de Internet, tengo iPod desde que salió y cuando voy de viaje me llevo quince películas en el portátil. La tecnología me sirve, no quiero estar yo a su servicio. Y sé que el cine se va a consumir de otra manera.

 

– ¿Y la liturgia de la sala oscura?

– Siempre seguirá habiendo algunas salas. Me apena que los jóvenes de ahora no conozcan la sensación de reírte en la oscuridad en comunión con más gente. Yo he visto las comedias de los Marx en colegios mayores, en cineclubs, en el Griffith con gente sentada en el suelo. Era la gloria del cine.

 

– “El artista y la modelo” ha iniciado la carrera hacia el Oscar de habla no inglesa. El año pasado compitió en la categoría de animación con “Chico y Rita”. Ya se sentirá como en casa.

– El año pasado tenía una sensación de “déjà vu”, de que nada había cambiado. Empecé a encontrarme con gente que salía de mi pasado, con Antonio y Melanie, con Carlinhos Brown en esmóquin con turbante… La mayor diferencia cada vez que voy a Los Ángeles es que Billy Wilder ya no está. Porque las ciudades son los amigos a los que llaman cuando llegas. Ese vacío es irremplazable, desde que no está, es una ciudad fantasma. Billy Wilder fue la única persona que me dijo que me iban a dar el Oscar por “Be lle Epoque”, porque la favorita era la china. “¡One hour too long!” (una hora demasiado larga), gritaba. Con “Chico y Rita” nos daba como favoritos hasta la revista “People”, pero claro, ¿cómo luchas contra “Rango” y la Paramount con una distribuidora que tiene dos personas en su plantilla? Bastante hicieron con estrenarla en doscientas ciudades.

 

(Entrevista publicada en EL CORREO el 15 de septiembre de 2012)

 

 

 

 

Por Oskar Belategui

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