‘El cazador de dragones’, en los cines desde el 31 de agosto, es la película en euskera más cara de la historia
El productor Ángel Amigo fue uno de los fugados de la cárcel de Segovia en 1976. Ahora cierra el círculo con la crónica de un ‘poli-mili’ enfrentado a su pasado
«¿Cómo se le explica a un niño que su padre mataba por solidaridad?». El protagonista de “El cazador de dragones” se hace una pregunta con la que Ángel Amigo está obsesionado. «Nadie sale indemne de la lucha armada», sostiene. «La violencia pasa factura, a un etarra y a un piloto que arroja bombas en Afganistán». Al histórico productor y guionista también le tocó sentarse con su hijo de doce años y contarle qué hacía aita antes de meterse en el cine: militar en Euskadiko Ezkerra, ingresar en ETA político-militar y ser uno de los beneficiados de la amnistía del Gobierno Suárez en 1977, justo después de fugarse de la cárcel de Segovia junto a 28 compañeros.
“El cazador de dragones” cierra así un círculo que comenzó hace más de treinta años con “La fuga de Segovia”, que Amigo escribió para Imanol Uribe. El filme en euskera más caro de todos los tiempos -casi 3 millones de euros de presupuesto- está dirigido por Patxi Barco, pero el dinero, el guion y las tripas pertenecen a su productor. «La historia de Gorka empieza cuando yo acabé la mía», aclara.
Gorka (Asier Hormaza) es un militante de ETA que a finales de los 70 comprende que la lucha armada ya no tiene cabida en Euskadi. En vez de reengancharse a la sociedad civil, como hizo Ángel Amigo, parte hacia Nicaragua y El Salvador para intentar darle un sentido a su vida. Las guerrillas sandinistas, el Frente Farabundó Martí, la Contra y hasta la CIA determinarán un destino que también encuentra hueco para el amor en la figura de una médico, cristiana de base, que repudia la violencia (Itziar Ituño).
En Euskadi, Gorka es un traidor, un liquidacionista; en Latinoamérica, un revolucionario. Toda su vida se la cuenta en “flashback” a su hijo en un presente en el que ETA, todavía, sigue asesinando. Gorka existe, es un personaje real del que Ángel Amigo reserva la identidad. «Se ha logrado reinsertar y es tremendamente crítico con aquel periodo. Un mileurista que no vive en Euskadi por razones familiares. Él me contó toda su historia, su salida de ETA y cómo acabó infiltrado señalando objetivos para la Contra. Un cazador de dragones que terminó convirtiéndose en dragón».
Tal como sucedía en la monumental “Carlos”, de Olivier Assayas, el terrorismo puede contemplarse como una forma de vida de la que es muy difícil salir. Las hazañas de este etarra no resultan sin embargo tan espectaculares como las de “El Chacal”. «He intentado reflejar aquel sentimiento mezcla de decepción, chapucería y desconcierto», confiesa Amigo. «Habías hecho una chapuza con la que no estabas de acuerdo y resulta que en el barrio te aclamaban. Hay gente que todavía ejerce de héroe y lleva dentro una historia terrible».
Si los “poli-milis” agacharon la cabeza, hoy la izquierda abertzale presenta el cese de la lucha armada como una victoria. Ningún etarra parece creer en su fracaso. «Nosotros teníamos conciencia de estar haciendo las cosas mal, política y humanamente», reconoce el productor guipuzcoano. «Todo se ha englobado en la lucha armada, incluidos crímenes horrendos, dignos del Estrangulador de Boston. Muchos van a tener que hacer una inmensa reflexión personal. E igual les va a tocar hacerla junto a sus hijos. Los de ETA (p-m) éramos traidores, pero ahora se ha forzado ideológicamente la idea de triunfo para darle un sentido al esfuerzo de dejar las armas. No he visto crítica en los ambientes de Batasuna. Hay una masa social que da apoyo y calor, pero cantidad de gente se acuesta cada noche, agarra la almohada y tiene en la cabeza lo que ha hecho».
Autor de un libro y un documental sobre “Pertur”, Amigo no puede evitar introducir su recuerdo en una escena donde el protagonista lee un libro de Enzensberger que le ha prestado el etarra, desaparecido sin dejar rastro en 1976.
Más allá de su oportunidad, “El cazador de dragones” aparece como una vistosa cinta de intriga que contiene helicópteros, explosiones, ataques militares y tiroteos. El rodaje en Cuba se benefició de la larga relación que Amigo mantiene con el Instituto de Cine de la isla desde que rodara hace quince años “Maité”. Jorge Perugorría se permite un doble papel en un filme que se exhibirá desde el 31 de agosto en Euskadi, Madrid y Barcelona en su versión original en euskera y doblado al castellano.
La película más ambiciosa en la carrera de un productor con 32 años de oficio y una filmografía con un centenar de títulos, desde “Ander eta Yul” y “El sol del membrillo”, a la primera comedia televisiva de situación que se grabó en Euskadi, “Bi eta Bat”. «El final de una carrera de obstáculos», bromea Amigo, que ha tenido grandes dificultades en la posproducción. «La productora estaba formada por pequeños empresarios de máquina herramienta. Y les pilló la crisis».
“El cazador de dragones” quizá abuse del tono didáctico con las sentencias de su voz “en off”, del tipo «siempre creí que mi causa era justa, pero no terminaba de aceptar todas sus consecuencias». Y el esfuerzo de producción fue tal que a lo mejor no llegó el dinero para pagarle a un buen compositor. Pero explora con valentía una realidad, las consecuencias de la violencia en Euskadi, que el cine apenas ha abordado. Ángel Amigo ya maquina nuevas aventuras ancladas en su experiencia. Prepara un documental sobre su padre, un clarinetista salvado “in extremis” del pelotón de fusilamiento durante la Guerra Civil. Su hijo supo su historia cuando veían juntos “El pianista” de Polanski. «¡Anda, lo mismo me pasó a mí», soltó su aita.
El otro filme a punto de terminar y que se verá seguramente en el inminente Festival de San Sebastián tiene como protagonista a Jesús Eguiguren. «Es el testimonio muy personal de sus conversaciones con ETA, de cómo un amenazado con escolta y amigos asesinados se va a hablar con Josu Ternera. Jesús ha sufrido mucho. Ha sido tal catarsis que después de rodarlo anunció que dejaba la política». El título: “Memorias de un conspirador”.
ADIÓS A LAS ARMAS
“La fuga de Segovia” (1981)
Ángel Amigo recuerda que los permisos de rodaje se pidieron oportunamente la mañana ¡del 23 de febrero de 1981! Para escribir la historia compró unos cuantos guiones, vio cómo se hacía y copió la técnica.
“Tiro en la cabeza” (2008)
Una sola palabra en una cinta sin diálogos: «¡Txakurrak!». Raúl Centeno y Fernando Trapero. Así se llamaban los dos guardias civiles a los que ETA acribilló a tiros el 1 de diciembre de 2007 en Capbreton.
“Yoyes” (2000)
El 10 de septiembre de 1986 Dolores González Katarain, “Yoyes”, fue asesinada en la plaza de su pueblo natal, Ordizia, junto a su hijo Akaitz, de tres años. “Yoyes, estás muerta”, decían los carteles en Gros.
“Todos estamos invitados” (2008)
Profesores amenazados y etarras amnésicos. Gutiérrez Aragón no entiende cómo el contagio cotidiano con el miedo y la violencia no quiebra una convivencia ciega, sorda y satisfecha de sí misma.
“El viaje de Arián” (2000)
Maite (Sivia Munt) utiliza sus encantos femeninos como arma para los fines de la organización. Un trasunto de Idoia López Riaño, miembro del “comando Madrid”, alias “Margarita” y “La Tigresa”. 23 asesinatos.
“La casa de mi padre” (2008)
«¿Y los borrokas no tenéis canciones de amor?», pregunta un personaje del filme de Gorka Merchán. Lástima del “Lau teilatu” en la versión de Mikel Erentxun y Amaia Montero, y no en la original de Itoiz.