El Gobierno aprieta las tuercas a un cine español que ha pagado caro el ‘No a la guerra’
La inesperada subida del IVA al 21% da la puntilla a un sector que se sabe objeto de la “inquina” del Gobierno popular, pero se resiste a hablar de “vendetta política”
A Agustín Díaz Yanes le preguntan los hijos de sus amigos qué hay que hacer para ser director de cine. Y se ríe por no llorar. «Somos unos vagos y tenemos el peor cine del mundo. Sin embargo, las universidades están llenas de chavales estudiando audiovisuales. ¿Para qué?». El autor de “Alatriste” jura que se ha retirado de la vida pública. «Estoy cansado de defenderme y de escuchar que se acaben de una vez las películas españolas. Que nos peguen un tiro ya».
Su hartazgo lo comparte un sector que, además de sufrir el menosprecio general, se ha visto más afectado que ningún otro por la política económica del Gobierno. Primero fueron los recortes presupuestarios, muy superiores al resto de disciplinas culturales como las artes escénicas, los libros o los museos. La inesperada subida del IVA en las entradas de cine del 8 al 21% a partir del 1 de septiembre puede suponer la puntilla a un negocio en trance de transformación por los cambios tecnológicos y de los hábitos de ocio.
¿Están justificados los sacrificios de una cinematografía siempre en el ojo del huracán? ¿Cabe hablar de intencionalidad política o castigo hacia un cine español que ha pagado muy caro su apoyo al “No a la guerra” en la era Aznar? «Las últimas decisiones son una medida punitiva», confirma Agustín Almodóvar, que reconoce un «plus de antipatía» desde la Administración. «Hay una inquina, una falta de afecto por decirlo de forma suave. Y la razón tiene que ver con la politización del sector en los tiempos de Aznar. Todavía hay rencores y deudas pendientes».
Han pasado ya nueve años desde que Alberto San Juan y Willy Toledo la armaran en la gala de los Goya. “Los lunes al sol” se llevó entonces cinco estatuillas pero nadie se acuerda de eso, sino de las proclamas contra la guerra de Irak, la catástrofe del “Prestige” y la política de José María Aznar. Hasta los trabajadores de Sintel se subieron al escenario. La bofetada, retransmitida en directo por la televisión pública, escoció al Ejecutivo popular y alentó a los medios conservadores a arremeter contra actores y cineastas.
En febrero de 2008, un anuncio de artistas otorgando su apoyo electoral a José Luis Rodríguez Zapatero cimentó un término que hizo fortuna: “la Zeja”. Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Victor Manuel y Ana Belén, entre otros, dibujaban con su dedo la ceja de un presidente que afrontaba su última legislatura. También prosperaron la definición de “titiriteros”, la satanización de la familia Bardem -y del único actor español con un Oscar, Javier- y el sentir general de que la gente del espectáculo vivía de las subvenciones.
Hagamos cuentas. El Fondo de Protección a la Cinematografía -de donde salen las ayudas a la producción- ha caído un 35%, de 76 millones a 49. El Instituto de Cinematografía ha perdido otro preocupante 35% (de 106 millones a 68). «Esas son todas las ayudas al cine. Existe la idea de que somos unos subvencionados, cuando no llegan al 20% del presupuesto de una película», aclara Fernando Colomo. «Es una cantidad ridícula. Ha habido años en que la Comunidad de Madrid se ha gastado 85 millones anuales en autobombo. Y si ya lo comparamos con el resto de países europeos…».
El director de “La vida alegre” retrató mejor que nadie los vicios y costumbres de la próspera España del “pelotazo” socialista. Ahora acaba de colgar en YouTube un corto denunciando los recortes en la sanidad pública. Como buena parte de los entrevistados para este reportaje, concreta «la inquina» del actual Gobierno en una persona: el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. «Si lo suyo no es una “vendetta” ideológica, da toda la sensación», denuncia. «Que un ministro de Hacienda salga diciendo que los capítulos de las series españolas son caros… Solo le falta diseñar la parrilla de Televisión Española».
Montoro anunció con tanta sorpresa la subida del IVA de los cines del 8 al 21% que ni siquiera lo sabían en el Ministerio de Cultura. La directora general de Cinematografía, Susana de la Sierra, se enteró gracias a la llamada del presidente de los productores, Pedro Pérez. «Rajoy anunció en sede parlamentaria dos días antes que el tipo del IVA reducido pasaba del 8 al 10%. No dijo que hubiera excepciones», recuerda el representante de FAPAE. «En la última legislatura del Gobierno Aznar, el ministro de Hacienda se llamaba, casualidad, Cristóbal Montoro. Y ya frenó una propuesta razonable y homologable en Europa sobre desgravaciones fiscales».
Cuando Pedro Pérez supo que el IVA subía -en principio- un par de puntos corrió a reunirse con distribuidores y exhibidores para que entre todos asumieran el incremento sin variar el precio de las entradas. «Sabemos la que está cayendo. Pero lo que no tiene sentido es que los recortes en el cine sean del 37%, muy por encima de la media del resto de ministerios y de otros sectores en Cultura. Montoro tendrá que razonar por qué nos da un tratamiento discriminatorio, explicar qué manía le tiene al mundo del cine».
Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura, se niega a interpretar en clave política las últimas medidas. «Algunos defienden que está hecho aposta. Yo prefiero pensar que son despistes o errores de última hora. Me congratula que el sector del libro se haya librado de esta subida brutal, aunque por otro lado me apena. ¿Solo los libros siguen considerándose cultura a estas alturas?». González-Sinde apunta otra razón de índole práctica para justificar la falta de sintonía entre los ministerios de Cultura y Hacienda. «Ni siquiera han consultado con el ministro Wert, que no pudo decir nada en la mesa del consejo. Es el inconveniente de no tener un ministro exclusivamente de Cultura, que pueda defender su sector cada viernes. Wert tiene muchas más preocupaciones en la cabeza en materia de educación».
El actual titular de Cultura descartaba esta semana cualquier posibilidad de revisar el incremento del IVA en los espectáculos aprobado por el Gobierno. «No son un plato de buen gusto. Habrá que acomodar de la mejor manera posible los intereses de la industria y de los ciudadanos», zanjaba. Este diario intentó hablar con el secretario de Estado de Cultura y la directora del ICAA sin obtener respuesta.
Los artistas volvían a salir a la calle esta semana y Javier Bardem recibía en las redes sociales los consabidos insultos de «subvencionado». Mientras, glorias nacionales como la actriz Amparo Rivelles cobran 380 euros de pensión. Por eso Enrique Urbizu lamenta vivir en un país «que desprecia, insulta y maltrata a su cine y a quienes trabajan en él».
Con todo, el triunfador de los últimos Goya con “No habrá paz para los malvados” tampoco quiere hablar de venganzas políticas. «Espero y me han asegurado que no hay una “vendetta”. Desde que recuerdo, ningún político ha demostrado la más mínima sensibilidad por el bien cultural. Se nos trata con un desprecio galopante desde la Transición. Teníamos cierta aprensión sobre las políticas culturales que iba a tener este Gobierno. Se nos tranquilizó, pero las hostias han venido una tras otra. Claro que tampoco la anterior Administración se distinguió por mostrarnos un apoyo decidido».
Urbizu lamenta que los políticos «no entiendan que el futuro se construya con la cultura». Como augura Agustín Almodóvar, los recortes se pueden volver contra el propio Estado. «Las subvenciones a la amortización se emplean íntegramente en salarios y servicios, que generan impuesto de la renta, cotizaciones a la Seguridad Social e IVA. Por no hablar del empobrecimiento cultural, de las formas de expresión de nuestras lenguas y artistas». La marca España, recuerda el hermano y productor de nuestro cineasta más internacional, va más allá del deporte.
Y es que el cine español recauda el doble fuera de nuestras fronteras que dentro. En una Europa que ve cómo los centros de producción se desplazan a otros continentes «la identidad que nos confiere la cultura y la lengua es una ventaja competitiva», remarca Ángeles González-Sinde. «No somos conscientes de lo importante que es tener una cinematografía. La selección de fútbol puede reportar muchísimos beneficios, pero no es tan evidente para la gente que también los reporta Pedro Almodóvar, un director de orquesta o un museo», enumera la directora y guionista.
Como resume Agustín Díaz Yanes, «no sé si hay “vendetta”, solo que entre unos y otros nos tienen metidos entre ceja y ceja». «Yo hice campaña por Rubalcaba, pero el anterior Gobierno nos vendió a las grandes televisiones. La única solución es que se den cuenta de que la cultura es una parte importante del PIB y de la proyección internacional de un país». Por su parte, Borja Cobeaga tampoco se reconoce conspiranoico: «Yo no creo en Maquiavelo, sino en la cutrez».
«La percepción general de cómo nos ganamos la vida los del espectáculo está cercana a la delincuencia. Así que quitar las subvenciones es una medida popular», reflexiona el director de “Pagafantas”. «La estrategia política de Rajoy es repercutírnoslo, porque es lo que menos desgaste le va a crear. Entronca con el ancestral desprecio a la cultura de este país, que no dejaba entrar a las estrellas de Hollywood en los hoteles de lujo. Nos ven en la manifestación frente al Ministerio de Cultura y dicen “ahí están metiendo ruido y lloriqueando otra vez los de la “zeja”…”».
ENRIQUE GONZÁLEZ MACHO
Presidente de la Academia de Cine
“No hemos sido bien tratados”
Solo en los dos últimos meses se ha visto obligado a cerrar cerca de 30 salas del centenar de pantallas que posee en España. Enrique González Macho, presidente de la Academia, productor, distribuidor y exhibidor, no ve una intencionalidad política en las medidas del Gobierno: «La irracionalidad impositiva es general». Sus declaraciones en este reportaje, matiza, las hace como empresario y no como máximo dirigente de la Academia.
– ¿Cómo les afectará la subida del IVA?
– No tiene ninguna lógica y no va a solucionar nada. No se recaudará más y a cambio destruirá muchos puestos de trabajo en un sector que atraviesa una situación muy difícil. Si las arcas del Estado necesitan ingresos, ¿por qué seguimos tan laxos en el tema de la piratería? El año pasado solo en el audiovisual causó un perjuicio de 1.750 millones de euros, casi cuatro veces la recaudación en cines. Y muchos puestos de trabajo e IVA que se deja de percibir. Este Gobierno no tiene imaginación, solo grava lo que ya existe. Pero todo tiene un límite.
– ¿Aumentará aún más la piratería?
– Si pones la barra de pan a seis euros la gente lo fabricará en casa. Aunque bajemos el precio de las entradas, ¿qué hacemos con el 21% de IVA? Y han metido la pata en algo muy importante: somos el único país europeo en el que los productos culturales no tienen un precio inferior al de los genéricos.
– ¿Cree que hay un ensañamiento del Gobierno con el cine?
– No quiero hablar de agravios comparativos, pero no hemos sido bien tratados, eso está claro. También se gravan los materiales escolares. No se buscan pozos alternativos ni se combate la economía sumergida, ni los sectores que están evadiendo impuestos por todos los lados. El gravamen no es equitativo entre los contribuyentes.
– ¿Ve intencionalidad política en ello?
– No es solo al mundo del cine, también al teatro… A todo. La irracionalidad impositiva es general.
– Su interlocutor, el Ministerio de Cultura, parece tener las manos atadas.
– Tengo relativas esperanzas de que la propia Europa ponga orden en el tema al ver el agravio comparativo con el resto de países.
(Reportaje publicado el pasado domingo 22 de julio en EL CORREO y el resto de diarios de Vocento)