ANTÓN REIXA PRESIDENTE DE LA SGAE
“Entra dentro de lo posible que Teddy Bautista sea declarado inocente”, previene su sucesor en el cargo
Un año después de que la Guardia Civil entrara en el despacho de Teddy Bautista, el Palacio Longoria, sede de la SGAE, vive un trasiego de cajas y traslados. Su nuevo presidente prefiere no hacerse las fotos en la escalera modernista, donde tantas veces se retrató el hombre que en dos décadas logró que la entidad pasara de ingresar 3 millones de euros a más de 350 millones anuales.
– El punki que cantaba “Sexo Macumba” habla ahora de “cash flow”. ¿Es una evolución natural?
– Es una evolución coherente. Desde hace años hay algo que no estaba en mi agenda vital: ser empresario cultural para obtener independencia y gestionar los medios para que el talento de otros salga adelante. Eso ha hecho que me haya identificado más con la gestión.
– Se define como galleguista y republicano.
– Sí. Eso no compromete a la sociedad de autores, ¿no?
– ¿Son los propios autores los más indicados para gestionar sus propios derechos? Escuchándolos en asambleas que acababan como sainetes parece que no.
– No somos profesionales de la gestión, pero sí propietarios de la organización. Es como una comunidad de propietarios, donde es importante que el administrador sea un profesional y responsabilice al resto.
– ¿Usted se preocupaba cuando era socio?
– No. Nunca había votado en 25 años, y jamás pensé que lo hiciera por primera vez para votarme a mí mismo. Los autores hemos hecho dejadez de nuestra responsabilidad. No cuestionábamos lo que nos pertenecía. También hubo dejadez de los anteriores ministerios de Cultura, que tienen la función de tutela de la misma manera que el Banco de España con las cajas de ahorro. Votamos casi 4.000 socios en las últimas elecciones, en las anteriores lo hacían 500.
– ¿Cuánto venía cobrando usted por derechos de autor?
– Estoy en la clase media, la cifra más alta rondaría los 25.000 o 30.000 euros al año. El derecho de autor es una fuente de ingresos no exclusiva para un autor, pero fundamental si quiere profesionalizarse.
– ¿Qué le gustaría que pasara con Teddy Bautista? ¿Espera una condena ejemplar?
– No tengo ninguna probativa contra él, solo quiero arreglar la situación del pasado. Incluso entra dentro de lo posible que el señor Bautista sea declarado inocente en la “operación Saga”. Pero está claro por todo lo que sabemos y por los informes de la auditoría que ha habido una gestión arbitraria y megalómana. Eso nos ha causado un daño patrimonial importante.
– ¿Le defraudaría un veredicto de inocencia?
– Si la justicia actúa, actuará bien, no tengo por qué ponerla en tela de juicio. Me preocupa más superar las consecuencias de su gestión. El consejo de dirección ha decidido impugnar su pensión de 23.000 euros. Tras haber dimitido, Bautista quiso de forma absurda una reclamación por despido en Magistratura, que ha sido desestimada al no haber relación laboral. Y su plan de pensiones está vinculado a esa relación laboral. Vamos a recuperar ese dinero, aunque seguramente nos ponga un pleito.
– Lo ocurrido en lo SGAE ha hecho retroceder años la causa de los derechos de autor.
– Sí. Llovió sobre mojado. La imagen negativa de la SGAE todavía se agravó más con los acontecimientos de julio de 2011. El sumario sigue y está bajo secreto. De una facturación por servicios informáticos de 80 millones hay una presunta malversación de 30. Se nos ha robado a los propios autores, detrayéndonos de nuestras liquidaciones. 30 millones malversados de ciudadanos y empresas que han pagado pensando que cumplían con una obligación legal. La paradoja es que los autores tienen una alta valoración por parte de la sociedad. Llenan campos de fútbol y les siguen millones de personas en Twitter. Algo estamos haciendo mal si no sabemos utilizar un capital humano por el que marcas, instituciones y partidos políticos se matarían para que fueran su imagen de marca.
– Los jóvenes que llevan bajándose música gratis casi una década ni conciben el concepto de derecho de autor.
– Los autores tenemos que compartir con los ciudadanos, especialmente con los jóvenes, la experiencia de lo que es el proceso de creación. Cuando lo conocen entienden qué es el derecho de autor. Es ridículo pensar en campañas puntuales a corto plazo. Tenemos más de 500 trabajadores, 150 de ellos especialmente valiosos, nuestra red comercial.
– Los recaudadores.
– Sí. Son la parte más sensible de nuestra organización, están en contacto directo con la ciudadanía. Tenemos que convertirlos en las estrellas. El propio desarrollo tecnológico va a globalizar la gestión del derecho de autor.
– ¿Quiere decir que va a cambiar el sistema de recaudación?
– El sistema es ir, hablar y cobrar. Obviamente ahora requiere una sofisticación mayor. Estos comerciales son autónomos, el cien por cien de sus ingresos es variable.
– O sea, que cobran en función de lo que recaudan.
– Sí. Pero el problema no es su retribución, más que digna. Francia tiene más de 600 comerciales. Nosotros tenemos que crecer y ser más flexibles en la aplicación de tarifas.
– Se ha reunido con la Asociación de Internautas, cuyas acciones legales iniciaron la caída de la anterior directiva.
– No es un paso simbólico. Tenía que compartir que ellos abrieron el proceso por el que yo estoy aquí. Habiendo sido tan beligerantes ambas partes por la compensación por copia privada, resulta que lleva meses abolida y eso no se ha traducido en un abaratamiento de los soportes digitales. El Gobierno la ha llevado a los Presupuestos Generales del Estado, con lo que ahora la paga hasta el que no sabe qué es un ordenador.
– También ha anunciado que ya no se recaudará en centros escolares y conciertos benéficos.
– Esas decisiones me parecían poco inteligentes y en algunos casos malignas. Aunque cuando profundizas te das cuenta de que se ha informado mal. El caso de aquel concierto de David Bisbal para un niño enfermo… Bisbal no cobraba, pero, ¿los autores de las canciones que interpretaba también habían donado sus derechos? Debe prevalecer el derecho moral de un autor, que puede decidir entregar sus derechos a favor de Palestina mientras otro lo hará a Israel. Cadena 100 celebró un concierto en el Calderón y SGAE ha aportado el 50% a Manos Unidas, unos 90.000 euros.
– ¿Qué va a pasar con los activos inmobiliarios de la SGAE, con esa faraónica red Arteria de teatros en España e Iberoamérica?
– Es inviable económica y socialmente. La explotación de esos espacios no tiene ningún sentido y no suponen un lugar alternativo donde divulgar nuestras obras: si en un teatro de la Gran Vía hay ahora un espectáculo de Disney… Estamos procediendo a desinvertir y reestructurar la deuda, algo difícil porque se han comprado en el peor momento y se van a vender también en el peor. Y se añade algo perverso: esas inversiones están respaldadas por 130 millones en créditos con garantías hipotecarias y la pignoración de nuestros fondos.
– ¿Y el teatro Campos en Bilbao?
– Es excepcional dentro de la red. Hay una cooperación efectiva con el Ayuntamiento al 50% y se ha recuperado un teatro histórico y querido por la ciudad. Tendrá que combinar la explotación comercial con el espacio alternativo para autores.
“El 15-M es una lluvia fina que va a calar y acabará cambiando las cosas”
– En los 80 cantaba en una Galicia en plena reconversión industrial. ¿Ve similitudes con la crisis actual?
– Es un bucle fatal. Aquella reconversión afectó a la minería y al sector naval. Y treinta años después vuelven a estar en crisis. Hay una diferencia importante. En los 80, la crisis no anuló la creatividad colectiva, y hoy la está convirtiendo en algo superfluo, sin ningún apoyo público. Hemos renunciado a la autoestima que proporciona la creatividad, que en los 80 fue un elemento integrador dentro del caos.
– Ha participado en asambleas del 15-M. ¿Qué piensa del movimiento?
– El 15-M inaugura un nuevo lenguaje. Hablar de política ya no es algo restringido a los políticos profesionales, sino que se entiende comoparte de nuestros derechos y deberes de ciudadanía. Yo lo he palpado en las asambleas, como otros miles de ciudadanos. Otra cosa diferente es que se vaya sustanciando ese nuevo lenguaje político. No va a haber modificaciones inmediatas, pero sí a medio y largo plazo.AAznar, que hablaba tantode ‘lluvia fina’, no le gustaría pensar en este movimiento global de indignación, una ‘lluvia fina’ que va a calar y acabará cambiando las cosas.
– El 15-M propugna en relación a los derechos de autor conceptos como‘copyleft’ y la licencia Creative Commons.
– Es una de lasmotivaciones que me han llevado a asumir responsabilidades en la SGAE. Mi misión inmediata es acordar un convenio de colaboración con Creative Commons, porque ellos defienden lo mismo que nosotros: la soberanía del autor para decidir sobre su obra, incluso si hay ámbitos que quiere ceder gratuitamente. Me gustaría construir un discurso donde el derecho del autor sea su salario social. La propia independencia y la libertad de creación se basan en ese sistema de autofinanciación, sobre todo en un entorno de crisis sin ayudas a la creación, con el consumo de bienes culturales en descenso.
– La Ley de Mecenazgo no le hace mucha gracia.
– No hay que confundir los museos y bibliotecas, que son imprescindibles, con una industria cultural que crea puestos de trabajo y aporta autoestima y producto interior bruto. Me gustaría que la Ley de Mecenazgo supusiese aquella Ilustración que no tuvo España, pero que no fuese una coartada para dejar de apoyar a la industria.
– ¿En qué ha quedado la denuncia de José Miguel Fernández Sastrón, candidato a la presidencia, por irregularidades en el proceso electoral?
– No fue una denuncia, sino una carta alMinisterio de Cultura que no le ha dado la razón. Si quiere podrá seguir por la vía judicial, aunque las relaciones han mejorado y en la junta directiva hay un ambiente de colaboración. Es muy importante que, además de las auditorías, haya un control delministerio. Vamos a reformar los estatutos, porque quiero ser menos presidente yme voy a sentir más tranquilo si mequitan facultades. Se consensuará un director ejecutivo tras un proceso de selección de personal.
(Entrevista publicada en EL CORREO el pasado 16 de junio).