CHUCK PALAHNIUK
ESCRITOR
Gracias a los libros de Chuck Palahniuk (Portland, 1964) sabemos que el consolador es el tercer artilugio doméstico que se electrificó, que en Missoula, Montana, se celebra el Festival del Testículo y que Marilyn Manson creció en Florida sin saber nadar. El autor de “El club de la lucha” -lo más parecido a una estrella del rock en las letras americanas- tenía ganas de venir al festival de literatura Gutun Zuria: «Brad Pitt lleva dándome la tabarra con el Guggenheim desde 1998. En el rodaje de “El club de la lucha” era de lo único que hablaba, estaba fascinado. Me decía “tienes que ir a Bilbao”. Y aquí estoy».
– Todos sus libros tratan de una persona solitaria que busca alguna forma de conectar con los demás.
– Sí. Son historias sobre solitarios que intentan engañar a otros porque no pueden expresar sus necesidades emocionales. Son personajes que buscan estar solos. Creen que en esa situación de aislamiento van a ser felices, porque el capitalismo americano sostiene que te puedes aislar con el dinero, la belleza o la educación. Pero eso nunca te hace feliz.
– Usted ha extraído historias al estar en contacto con enfermos terminales como voluntario, con usuarios de líneas eróticas, con adictos al sexo… Hasta el asesinato de su padre le ha inspirado.
– El mundo está hecho de gente que cuenta historias. Solo hay que buscarlas. Antes la gente iba a la iglesia una vez por semana. Escuchaba una historia en el sermón del cura y después contaban la suya al recibir la confesión. Ahora eso ocurre de otra manera, en grupos de terapia o en los talleres de escritores. Son reemplazos de la iglesia.
– Y en las redes sociales.
– Sí, pero para mí no es tan interesante. Me gusta ver cómo cuentan su vida ellos mismos. Como si fueran antiguos contadores de relatos orales.
– Trata temas poco habituales en la “alta cultura”: enfermedades, droga, violencia, sexo…
– Intento introducir elementos físicos en mis novelas, no sólo emocionales o intelectuales. Quiero enganchar al lector, y eso ocurre con el sexo, las drogas, las enfermedades o los accidentes. Es un nivel visceral.
– En “Snuff” confrontaba a una actriz porno que quiere batir un récord con 600 hombres. Los escritores acostumbran a tratar el amor, no el sexo.
– La razón de que esos 600 hombres quieran estar con la actriz es porque la aman. No acuden solo por el acto sexual, sino porque quieren comunicarse con ella. “Snuff” se basa en una actriz real, Annabel Chong, que en 1995 realizó 251 coitos con 70 hombres durante diez horas. Ella confesó que la mayor parte de los que contestaron al anuncio y se presentaron eran solitarios enamorados de su imagen en las películas. Al estar frente a ella no se atrevían a tener sexo, empezaban a sollozar y decían que solo querían conocerla porque era especial. Y ella se enfadó. ¿No es romántico?
– Nos fascinan esos retratos suyos de la América “white trash” (basura blanca). ¿Tiene que indagar mucho para encontrar esos universos?
– Yo vengo de ahí, mi entorno es así. Y no les gusta que les llamen “white trash”. Mi hermana usó una vez esa palabra para decirle a mi madre que toda su familia provenía de allí y a ella le molestó muchísimo. Yo me encuentro muy cómodo entre esa gente.
– ¿Qué historia bizarra ha descubierto últimamente?
– La gente siempre me está contando cosas, deben pensar que no me voy a sorprender por nada ni les voy a juzgar. Lo más raro que he oído últimamente es la historia de una amiga. Me dijo que su diafragma desaparecía constantemente. Y la culpable era su compañera de piso, que se lo ponía no se sabe muy bien por qué. Entonces ella le tendió una trampa para que se lo devolviera. Es una historia muy divertida, con un componente muy físico. Tengo cientos así.
– ¿Y la incluirá en uno de sus libros?
– Sí, pero todavía no sé cómo. Junto a otras historias puede acabar formando un libro.
– ¿Le gusta más ese proceso de recolección que el escribir en sí?
– Sí. Me gusta estar con gente. Cuando alguien cuenta algo interesante se produce un curioso fenómeno: el que escucha también se ve obligado a contar su versión. Solo hay que elegir la mejor versión. Básicamente mi trabajo consiste en escuchar a gente.
– ¿Sostiene un espejo frente al lector?
– No. Puede que haya quien descubra cosas, pero mi objetivo nunca es corregir a la gente. Intento que el lector acabe leyendo algo que jamás hubiera pensado que iba a leer. Mi reto es contar historias tan fantásticamente tristes y trágicas, que al final se acabe riendo el lector.
– A los escritores americanos de su generación parece que les mueve la desidia y el nihilismo. Ninguno quiere escribir ya la “gran novela americana”.
– Yo nunca he sido nihilista. Soy totalmente romántico, todos mis libros son románticos. El objetivo de cada generación de escritores es reinventar la novela, pero nosotros venimos del punk. Ya no creemos en el amor edulcorado.
– Romántico no es un adjetivo que figure en las solapas de sus obras.
– He conocido a tanta gente que se ha casado y tenido hijos gracias a mis libros que no puedo dejar de pensarlo.
– ¿Qué le parece que el Pulitzer de ficción haya quedado declarado desierto por primera vez en 35 años?
– Permítame que me ría. No me preocupo mucho por los premios, sé que nunca me van a dar uno.
– ¿Es Estados Unidos un buen país para vivir ahora?
– Cualquier país es bueno para vivir. EE UU no es mejor ni peor que cuando era pequeño. Entonces lo recuerdo como un lugar terrible, ahora es… distinto.
– En su web acaba de colgar una parodia de “El club de la lucha”. ¿Qué relación guarda con la película que le lanzó a la fama?
– Bueno, aclaro que yo no tengo web ni estoy en las redes sociales. Hay gente que lo hace por mí. Cuando se publicó “El club de la lucha” fue un enorme fracaso. Después la película tampoco funcionó en taquilla. La gente la vio en DVD y entonces se empezó a vender el libro. Ha sido un éxito progresivo, poco a poco. Un montón de desastres me han llevado hasta donde estoy. Y adoro la película. Hoy no podría haberse hecho tras el 11-S.
– Su última novela, “Al desnudo”, rememora el Hollywood clásico. ¿Cómo contempla ese mundo?
– Somos buenos enemigos naturales. En Hollywood hay gente de mucho talento, pero yo siempre escribo historias de las que no se puedan hacer películas. Así demuestro que los libros son mejores herramientas para contar que las películas.
– Pedro Almodóvar es fan suyo. ¿Le gustaría que adaptase alguno de sus libros?
– Me encantaría. Almodóvar va a rodar una película en Oregon este verano cerca de donde vivo, quizás nos conozcamos.
– ¿Almodóvar va a rodar en EE UU?
– Sí. Nadie lo sabe. Estará en Ocean Beach, una zona rocosa preciosa en la costa.
– Se venden camisetas y pósters de sus libros. No es habitual en un escritor.
– Cualquier cosa que haga que los libros y los escritores sean menos pomposos es bueno. Y así saca dinero la gente que tanto se esfuerza en mi web.
– ¿Alguna vez ha temido la reacción de algún lector fanático?
– Cada vez que salgo de casa… Cuando la gente se reúne en un auditorio las cosas siempre se desmadran, y eso me aterra. Yo estoy solo y temo que me hagan daño.