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Iñaki Juez

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Solid Snake dice adiós a lo grande

Ya está aquí uno de los juegos más esperados del año para PS3. La cuarta entrega de Metal Gear Solid, subtitulada como Guns of the Patriots, supone el mejor broche final para una de las sagas más importantes de la historia de los videojuegos. Mi compañero Pablo ya expuso aquí sus primeras impresiones sobre este nuevo título de Konami. Pues bien, el resultado final supera todas las expectativas hasta elevarlas a la categoría de obra maestra tanto por su guión digno de cualquier superproducción hollywoodiense como por su impecable factura técnica que demuestra el increíble potencial de la consola de Sony. Y es que es una auténtica delicia reencontrarnos con el carismático espía Solid Snake, esa máquina de matar de movimientos sigilosos y gran efectividad, en la que será su última misión.


Hideo Kojima, creador de la serie, nos presenta a nuestro protagonista muy enfermo, por culpa de una vejez prematura, en un campo de batalla cuyas reglas ya no conoce donde las guerras las empiezan y las acaban empresas privadas. Pese a su estado, es llamado para una última misión y a partir de ese momento comienza a desarrollarse uno de los mejores argumentos que hemos visto en un videojuego y que no quiero destriparos como no lo haría si fuese crítico de cine. De hecho, MGS 4 incorpora una ingente cantidad de escenas cinemáticas de una calidad brutal hasta el punto de no saber si estás ante una película jugable. Sólo destacar que podremos encontrar la respuesta todas las interrogantes que rodeaban al personaje en las anteriores entregas. Que no es poco.
Así, seguiremos recabando más información a medida que completemos las típicas misiones ‘made in MGS’ basadas en lo que se conoce como espionaje táctico. Como siempre, la infiltración en las líneas enemigas vuelve a ser la pieza central del juego, aunque también no veremos involucrados en locas persecuciones, combates cuerpo a cuerpo y demás operaciones secretas. Eso sí, además de sus habilidades mejoradas para esta entrega, Solid Snake cuenta con una serie de ayuditas como su traje de camuflaje o el robot Metal Gear MK II con el que podremos explorar una zona sin temor a ser detectados, además de una larga lista de armas. Y si acabamos el modo historia, tenemos a nuestra disposición Metal Gear Online que, a todos los efectos, funciona como juego independiente y con el que podremos vivir nuevas experiencias interactivas con jugadores de otros países.
En cuanto al apartado gráfico, podríamos decir que es, sencillamente, apabullante no sólo por los modelados de los personajes, en los que el avejentado Snake se lleva la palma. El punto fuerte del juego son sus escenarios que parecen sacados de la vida real con profusión de explosiones y tiroteos hasta hacernos sentir que avanzamos en medio de auténticos campos de batalla, lo que puede provocar en algunos momentos ciertas ralentizaciones, aunque sin llegar a ser desesperantes. Y todo ello envuelto en una banda sonora que recoge, además de temas nuevos, los grandes clásicos de la serie. Con estos mimbres y muchos más, Kojima ha logrado que su MGS 4 sea una compra obligada para los que pensamos que los videojuegos se han ganado por derecho propio a ser considerados como el octavo arte. Todo un lujo para la PS3.

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kojima, konami, ps3

Por Iñaki Juez y Pablo Fernández Polanco

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