No me gusta utilizar los videojuegos para hablar de política. Y mucho menos en este blog, pero hay cosas que claman al cielo. Una de ellas es la particular cruzada que está manteniendo el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, contra los divertimentos cibernéticos con la disculpa de que fomentan la violencia y ensalzan el dominio imperialista yanki sobre el mundo. Casi nada. De hecho,
Es curioso que el mandatario latinoamericano haya puesto su punto de mira, y nunca mejor dicho, en esta industria del entretenimiento. Está claro que no le gustó nada que se hiciera un videojuego en el que había que dar matarile a un personaje con su cara. Desde luego, una broma jugable sin ninguna gracia, y lo digo totalmente en serio. Pero eso no quita para criticar a Chávez por restringir la libertad de expresión con la disculpa de luchar contra la “cultura de la violencia” imperante en el mundo de los videojuegos. Una tontería como cualquier otra. Está claro que hay muchos títulos que no deberían caer en los mandos de tierno infantes por sus imágenes de gran crudeza, que, por otra parte, no se distancian tanto de lo que vemos todos los días en un telediario. Pero para eso existen las calificaciones por edades y la responsabilidad de los padres a la hora de dejar a sus hijos jugar a ciertos entretenimientos. Lo demás, es sencillamente censura. Creo que esta decisión responde a un movimiento calculado por parte del gobierno de Chávez de disminuir las libertades personales que comienzan con el sector cultural con menos pedigrí. Después, seguro que le toca el turno al cine, con la prohibición de proyectar películas yanquis proimperialistas, y, por último, los libros que no ensalcen los valores del presidente venezolano. La misma historia de siempre. Supongo que los pobres directivos de Sony , desde Japón, estarán alucinando por este injusto ataque hacia uno de sus productos estrella. Desde aquí, nos solidarizamos con la multinacional de sol naciente y les damos un consejo: A palabras necias….