Hace casi una década, irrumpía en el mercado de los videojuegos un nuevo simulador automovilístico con aspiraciones a leyenda. En un género dominado por las carreras ilegales de coches, Codemasters nos daba la posibilidad de participar en un campeonato de rallys y enfangarnos, y nunca mejor dicho, en una de las disciplinas deportivas más apasionantes que existen. Por eso, escogía como padrino a uno de los mejores pilotos del momento, Colin McRae , que, como todo el mundo sabe, murió en 2007 con tan sólo 39 años. Bajo la rúbrica del carismático conductor escocés, se realizaron una serie de entregas que pretendían trasladar este particular universo automovilístico a las plataformas jugables de entonces. Y lo conseguían, aunque, con el tiempo, la saga empezó a dar síntomas de un preocupante inmovilismo, lo que al final se tradujo en una paulatina pérdida de calidad. Por ello, y coincidiendo con la llegada de las consolas con gráficos de alta definición, la franquicia entró en un nuevo período creativo incorporando el subtítulo de Dirt. De esta forma, se perdía realismo, ya que permitía correr con varios contrincantes a la vez como en otros simuladores automovilísticos, pero se ganaba en diversión ya que su orientación pasaba a ser claramente arcade. El caso es que ahora nos llega la segunda parte de esta subserie para todas las plataformas, y, desde luego, mejora en todo a su antecesora, sobre todo a nivel gráfico. Vamos, que mientras esperamos la ansiada entrega del último capítulo de Need for Speed, podemos hincarle el diente a un juego con el que lo vamos a pasar muy bien.
Respecto a su aspecto visual mejora, y mucho, el de la primera parte gracias a GO, el motor gráfico que fue creado para Race Driver GRID. El caso es que Colin McRae: Dirt 2 es uno de los juegos que mejor exprimen a las consolas de última generación, ya que destacan sus escenarios recreados con todo lujo de detalle, como el desierto de Marruecos y la selva de Malasia, y unos hiperrealistas efectos de iluminación. También hay que destacar los 35 coches disponibles, muy definidos y perfectamente reconocibles y, lo que es marca de la casa, de lo más deformables cuando sufrimos algún que otro accidente. Y no nos olvidemos de otros elementos como el humo de los motores o los charcos de barro que enriquecen el conjunto hasta límites insospechados. En definitiva, un auténtico regalo para la vista que destaca por su gran fluidez en pantalla sin que en ningún momento aparezcan las odiosas ralentizaciones. Por si fuera poco, contamos con una gran variedad de vistas a la hora de conducir y todas ellas de lo más jugables, lo que no suele ser muy usual en este género sobre cuatro ruedas. A destacar los adornos del salpicadero, como una bailarina hawaiana, que se mueven cuando aceleramos. Un espectáculo impagable aderezado además con una extraordinaria banda sonora donde caben el rock y los sonidos electrónicos con grupos de la calidad de White lies, mi preferido, o Queens of Stone Age. Desde luego, estamos ante un juego del que el propio Colin McRae estaría orgulloso. Y eso es el mejor halago que se le puede hacer.