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Iñaki Juez

Game Over

Me pido ser John Lennon

Esta semana hemos tenido The Beatles hasta en la sopa. Ya lo predijo mi compañero Carlos Benito, como si fuera el mismísimo Nostradamus, en su siempre interesante blog de Evadidos. Por si alguien acaba de volver de vacaciones en Vulcano y no se ha enterado de nada, recordar que esta fiebre por el cuarteto de Liverpool se debe a que el pasado miércoles, el 9 del 9 del 2009, se puso a la venta la remasterización de los 13 discos del grupo en un brillante ejercicio de mercadotecnia a nivel global. Y, como no podía ser de otra forma, los videojuegos también quisieron sumarse a la fiesta, ya que ese mismo día se lanzaba para PS3, Xbox 360 y Wii The Beatles: Rock Band, que nos permite interpretar las míticas canciones de la no menos mítica banda con el simulador musical de Harmonix en colaboración con la todopoderosa MTV. Total, que el suelo estaba perfectamente abonado para realizar un juego mediocre y aprovecharse de la pobre gente contagiada por el virus beatlemaniaco. Por fortuna, no ha sido así. En mi opinión, nos encontramos ante el mejor juego de la franquicia en honor a Jonh, Paul, Ringo y George. Ahora bien, si te gustan ritmos más actuales o cañeros, desde luego es mejor que esperes al lanzamiento de futuros packs, que no está la situación para gastar el dinero tontamente. Y es que nos encontramos ante un producto destinado a los fans del conjunto británico, lo que repercute, y mucho, en los precios de los periféricos creados para la ocasión. De hecho, sólo las guitarras, sin el juego en cuestión, nos costarán 100 euros cada una. Eso sí, se trata de réplicas perfectas de las míticas Rickenbacker 235 y Gretsch Duo Jet y el bajo Höfner 500/1. Pues menos mal.


Recordemos que Rock Band se diferenciaba de su gran competidor, Guitar Hero, en que era capaz de incorporar hasta cuatro jugadores, cada uno con una función diferente como si de un grupo de verdad se tratara. Al conocido periférico en forma de guitarra se le unía una batería y la posibilidad, mediante un micrófono, de cantar al estilo SingStar los temas de conocidas bandas de ayer y hoy, mientras el resto se afanaba por dar, o golpear, la tecla correcta en el momento adecuado tal y como se nos mostraba en la pantalla durante la actuación de nuestros alter-egos virtuales. A mayor destreza, mayor puntuación. Por vez primera, un grupo de amigos podían quedar para tocar juntos sin tener idea de música y pasárselo en grande. Con estos antecedentes, se entiende la enorme expectación suscitada hacia una edición especial que recreaba la trayectoria artística de los Beatles desde sus humildes orígenes en The Cavern hasta su última actuación en la azotea del edificio de Apple en Londres. En ese sentido, se nota que esta entrega ha sido cuidada hasta el más mínimo detalle no sólo por la calidad de los periféricos, los mejores de la serie, sino por el juego en sí. De hecho, el título cuenta con el beneplácito de todas las partes implicadas como Sir Paul McCartney, Ringo Starr, Yoko Ono y el hijo del fallecido George Harrison. Su presencia en el pasado E3 para presentar en sociedad el título, tal y como comentamos aquí, fue una de las mayores sorpresas de la mayor feria dedicada a los videojuegos y una auténtica declaración de intenciones.




En ese sentido, que nadie espere grandes novedades en una entrega que no es más que un sentido homenaje al cuarteto de Liverpool. Lo que importa es que podemos tocar 45 canciones del grupo, las más movidas de su amplio repertorio, utilizando hasta tres micrófonos a la vez para poder hacer incluso coros. Más realismo imposible. Y, como no podía ser de otra manera tratándose de McCartney, el bajo adquiere por vez primera personalidad propia en este tipo de juegos con un periférico propio, ya que su mástil es más largo que el del resto de guitarras. Una buena noticia para los que siempre quisieron ser bajos y un claro camino a seguir en el futuro. El mimo y el destalle también se reflejan en los gráficos, lo mejores realizados hasta ahora en un simulador musical. Y eso se nota no sólo en el modelado de los personajes, a medio camino entre la fidelidad y la caricatura, sino por la perfecta recreación de los distintos escenarios de nuestras actuaciones entre los que destacan The Carvern y los míticos estudios Abbey Road. Por si fuera poco, existen una veintena de videoclips sencillamente espectaculares, sobre todo los que se adscriben a la etapa más psicodélica del grupo. Auténticas obras de arte digitales que ensalzan a este género. Y también elementos desbloqueables como fotos y vídeos originales de la banda que harán las delicias de más de uno. Por todo ello, y pese a que hacernos con todos los instrumentos nos puede salir un buen pico y que echamos de menos no poder tocar canciones de otras entregas, The Beatle:s Rock Band es una compra indispensable. Aunque no seas fan de los Beatles.

Por Iñaki Juez y Pablo Fernández Polanco

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