Reconozcámoslo. Hay géneros lúdicos propios de los ordenadores. Es el caso de los juegos de estrategia, que nos permiten dominar el mundo conocido a golpe de ratón. Pues bien, nos acaba de llegar la última entrega de una de las franquicias más exitosas de todos los tiempos. Empire: Total War es una muestra de todo lo que tiene que tener un título de este tipo gracias a The Creative Assembly, auténticos especialistas en la materia con títulos tan conocidos como Rome, Shogun y Medieval, entre otros. En esta ocasión, nos sumergimos, y nunca mejor dicho, en las cruentas batallas que tuvieron lugar en el siglo XVIII y que significaron el ascenso del Reino Unido como primera potencia mundial creando su propio imperio con Francia como principal damnificada. De esta forma, tenemos que controlar las culturas que pueblan los cinco continentes por medio de alianzas o, directamente, de la conquista pura y dura en lo que supone una auténtica lección de historia interactiva. De hecho, el juego comienza con la independencia de EE UU de Gran Bretaña. Toda una declaración de intenciones en forma de tutorial.
A partir de ahí, entramos en materia con la elección de la potencia a la que queremos convertir en dueña del mundo y entre las que se encuentra, increíble, España. Como no podía ser de otra forma, cada una de ellas dispone de sus propias características, lo que hace de Empire: Total War un juego con muchas horas de vida. Asimismo, tenemos multitud de campañas y misiones para dominar territorios ajenos en partidas de duración variable. En este punto ya os habréis dado cuenta de que la estrategia adquiere una importancia fundamental, sobre todo a la hora de elegir a nuestros aliados a través de la diplomacia y los países a los que conquistar, además de, y como suele ser norma obligada en el género, administrar adecuadamente los distintos recursos tanto materiales como humanos para no ser derrotados a las primeras de cambio. Y todo ello a través de extensos mapeados sobre los que dirigir nuestros ejércitos por tierra y mar. Tampoco nos olvidemos de divertido modo batalla, donde podemos guerrear con el ordenador o con ocho amigos conectados online. Casi nada.
Lo mejor de Empire: Total War son la cantidad de elementos tanto humanos como materiales que podemos manejar. Desde elegir a los diplomáticos para sellar todo tipo de alianzas, a elegir con mimo a los eruditos con los que incrementar nuestro nivel tecnológico, hasta distribuir por el mapeado nuestro poderío bélico en forma de barcos de guerra, tropas de tierra, cañones y demás parafernalia armamentística. Y todo ello caracterizado por la sencillez de manejo a través de iconos, lo que evita que nos volvamos locos entre tanto menú y cuadros emergentes. Tampoco olvidemos las ciudades a las que podremos sitiar hasta convertirlas en parte de nuestro imperio personal ni de las complejas batallas navales. Nuestros triunfos personales repercutirán en nuestro nivel de prestigio, lo que será fundamental para ganarnos el cariño de nuestros súbditos y el temor de nuestros adversarios. Porque de lo que se trata es de gobernar, en mayúsculas, para crear nuestro propio imperio particular en lo que es una auténtica seña de identidad de la saga.
Y aunque no suele ser habitual en este tipo de juegos, el nivel gráfico de esta entrega es bastante alto. A destacar los efectos visuales en las batallas, sobre todo a la hora de representar las explosiones y el detalle de los modelados y animaciones de las distintas unidades bélicas. De todas formas, no nos encontraremos con nada que impida a Empire: Total War ejecutarse correctamente en cualquier ordenador, tanto de sobremesa como portátil, pese a contar una representación visual ciertamente atractiva. En definitiva, un buen título cuyo único inconveniente radica en que precisa, sí o sí, estar conectado a la Red de redes para acceder a él, además una cuenta de Steam. Un problema si estás con un PC en un lugar donde no tengas Wifi ni nada que se le parezca. Está claro que ya no se entiende la informática sin Internet. Por más que pese a más de uno.