Vale, lo confieso. Soy un fan incondicional de Phoenix Wright, el carismático abogado protagonista de una de las sagas más populares para la Nintendo DS. Naturalmente, nos estamos refiriendo a las aventuras gráficas ‘made in Capcom’ en el que encarnamos a un letrado con muy pocas luces que tiene que defender a clientes acusados de los más horribles asesinatos. Los juegos están divididos por capítulos, como si de una novela de misterio se tratase, y en cada uno de ellos se nos presenta un nuevo caso cada vez más complejo que el anterior. Para resolverlo, primero tendremos que visitar diferentes escenarios en busca de pruebas y, una vez recolectadas, deberemos mostrarlas en el juicio en el momento justo para lograr la absolución de nuestro defendido y descubrir así al verdadero culpable del crimen.
Pues bien, ya está a la venta un ‘spin-off’ de los juegos de Capcom en lo que es el inicio de una nueva saga. Curiosamente, Apollo Justice Ace Attorney llega a nuestro país antes de que se haya publicado el capitulo final de la anterior trilogía. Esto provoca cierta confusión en el jugador, ya que, por ejemplo, desconocemos porqué Phoenix Wright ha colgado la toga para trabajar como pianista. Si omitimos los lapsus temporales, ajenos totalmente a la compañía nipona creadora del juego, nos encontramos con un gran título protagonizado por un nuevo joven e inexperto abogado en busca de sus primeros casos.
De hecho, el juego comienza cuando Apollo Justice recibe una llamada para defender de asesinato al propio Phoenix Wright. El estilo del juego se mantiene fiel a la saga. La pantalla táctil nos permitirá examinar y recoger objetos a golpe de Stylus. Pero además de la labor propia de un CSI, también tendremos que tirar de la lengua fuera y dentro del estrado a los diferentes testigos que serán vitales para lograr la absolución de nuestros clientes. En ese sentido, tendremos que tener cuidado en elegir la frase correcta y decirla en el momento adecuado. Un mal interrogatorio y un peor uso de las pruebas provocarán que nuestro acusado vaya a parar a la prisión más cercana por la vía rápida.
Respecto a sus coloristas gráficos, prácticamente estáticos como si de un cómic se tratase, mantienen su línea manga tan característica junto con unos diálogos hilarantes y, en muchas ocasiones, surrealistas que parecen salidos de una película de Almodóvar. En total, este título cuenta con cuatro casos surgidos de una imaginación desbordante que, como en la anterior saga, se nos hacen demasiado cortos, lo que no quiere decir que no nos vayan a proporcionar largas horas de juego. En ese sentido, la dificultad esta muy medida y no hay puzzles excesivamente complejos aunque alguno de ellos puede que nos ponga al borde de un ataque de nervios. Será entonces cuando, elevando nuestra mirada al cielo, lancemos el grito de guerra de esta gran saga judicial: “¡Protesto!”.