Todavía es pronto para admirar las pirámides construidas con ejemplares en castellano de la última novela de Dan Brown, pero podemos curiosear en las más modestas mastabas formadas con volúmenes de la edición anglosajona, que ya se pueden ver en algunas de nuestras librerías. Ayer pude (h)ojear un ejemplar de ‘The lost symbol’ pero mi inglés cocoliche no me permitió apreciar gran cosa. Sólo pude comprobar que el asunto va de masones, ya saben, estos caballeros a los que Alan Moore llama “la pandilla de los saludos curiosos“.
En los cinco minutos que dediqué a la novela otras diez personas hicieron lo mismo y dos de ellas se llevaron el libro. Es una señal, no sé si del fin de los tiempos pero sí de lo que nos espera: una sobreexposición asombrosa a las nuevas aventuras de Robert Langdom. Ya lo avanzaba el otro día Javier Sierra en este artículo.
Lo que también empieza a abundar en los estantes son los libros dedicados al próximo fin del mundo, que según los ‘expertos’ de turno acontecerá en 2012. Esos mismos ‘investigadores’ y Roland Enmerich, ese gran cineasta, aseguran que la catástrofe la anticiparon los mayas con ayuda de su desquiciante calendario. En la librería que visité ayer había no menos de siete libros dedicados a la cuestión, a cada cual más desnortado. Me llamó la atención que a partir de los mismos datos los autores no concordaban a la hora de apuntar la fecha del acabose. Unos decían que será el 12-12-2012, mientras que otros la retrasaban al 21-12-2012. La culpa es de los mayas, seguro. Casualmente he dedicado parte de mis vacaciones a leer algunos estudios serios sobre su civilización. Les recomiendo ‘La caída del imperio maya‘, de David Webster, cuyo título original es el más acertado ‘The Fall of the Ancient Maya: Solving the Mistery of the Maya Colapse’. Un libro sobre los mayas sin tonterías, escrito por un arqueólogo que ha dedicado décadas a excavar en sus ciudades y poblados.
Webster comenta de pasada al asunto de 2012. “Hace poco -escribe-, tuve oportunidad incluso de ver un anuncio de televisión que me animaba encarecidamente a visitar los emplazamientos arqueológicos antes del 21 de diciembre de 2012, fecha en la cual, aseguraba la voz en off, basándose en calendario de la Cuenta Larga, el mundo se acabaría (aunque no es ni por asomo cierto que los mayas creyeran en tal cosa)”. Eso es todo.