Los neoyorquinos Liturgy son un grupo sospechoso: buena parte de la escena del black metal los contempla como a unos intrusos, unos advenedizos, unos guays intelectualoides que vampirizan el género y, para colmo, se atreven a prescindir del folclore de maquillarse como cadáveres o pasteles de merengue. Pero bueno, esos conceptos patrimonialistas de la música son bastante ridículos y, además, la autenticidad siempre ha servido para justificar mucha música mala, así que recibamos sin prejuicios a Liturgy y esa etiqueta que se han inventado para lo suyo: black metal trascendente. “El black metal es absolutamente puro y a la vez es absolutamente corrupto. Es un espacio para honrar la herencia y la tradición, y también para la anulación de toda cultura. Para mí, el significado del black metal tiene algo que ver con un anhelo de aniquilación extática, un vacío perfecto, un borrado que trae la pureza”, reflexiona el líder y guitarrista, Hunter Hunt-Hendrix, un tipo que se permite citar entre sus influencias a Vangelis, Angelo Badalamenti o Faust.
La senda hacia el éxtasis que trazan Liturgy es bastante frenética, caótica y agotadora, pero salpican sus bacanales de ruido con extraños cortes corales, que se podrían situar entre esa liturgia que les da nombre y una manada de monos aulladores, y con exploraciones del riff más lentas y repetitivas como este instrumental Veins Of God, Las venas de Dios. Si escucharla les hace trascender hasta la levitación, dejen un comentario antes de perderse en el éter. Si simplemente les da dolor de cabeza, piensen que a lo mejor se trata del sufrimiento previo a la iluminación definitiva.
Recuerden que las canciones de la semana de Evadidos están en Spotify…