Tengo los sentidos anulados por un trancazo bastante latoso y una de las pocas canciones que han logrado atravesar ese muro de estupor catarral ha sido este Superball, un caramelo pop de los Magic Kids. El grupo de Memphis, deudor de los Beach Boys y Phil Spector, reivindica cierta ambición en los arreglos. “En los 90 prevalecía la mentalidad de que, si tenías una sencilla canción de pop, debías grabarla en un cuatro pistas de la manera más simple posible. Se pensaba que añadir cualquier otra cosa arruinaría de alguna manera la canción. Entiendo de dónde salió aquella mentalidad punk -que las capas de instrumentos eran como rock progresivo, o que una gran canción de pop para la radio era algo construido por un comité-, pero la idea limita mucho. Estamos intentando echar eso atrás, hacer que esté bien el llevar sencillas canciones de pop a lugares grandiosos”, dicen en esta entrevista. Seguro que a muchos de mi generación, por cierto, les estremece la extrema juventud de los intérpretes, que recuerdan por ahí cómo sus padres les hacían escuchar a R.E.M. o a Hole. Hala, me voy a toser como un viejo.