A veces me entra la urgencia de convertir este blog en algo mucho más ligado a la actualidad y hablarles, yo qué sé, de Ariel Pink’s Haunted Graffiti y el pop hipnagógico, pero pronto me sobreviene el desánimo: qué voy a decir yo de Ariel Pink, que me gusta más bien poco, y del pop hipnagógico, por mucho que este adjetivo me encante desde que me lo enseñaron en el instituto. En realidad, lo que más estoy escuchando estos días es un disco de folk bosnio firmado por una cantante y una acordeonista, así que mejor les suelto el rollo con eso: la vocalista Amira Medunjanin es una estrella del folk de la república ex yugoslava, una de esas voces perfectas capaces de transmitir toda la sutileza melódica de este complejo cruce de culturas, pero lo que de verdad me tiene fascinado de este álbum es el acompañamiento del acordeón de Merima Ključo, una intérprete de formación clásica que ha actuado como solista con diversas orquestas y que sabe dar a este repertorio tradicional una dimensión nueva, sorprendente, a veces incluso experimental, con un espectro que va desde la delicadeza más ortodoxa hasta un desconcertante zumbido atonal.
El disco se titula Zumra y, según explica la nota de prensa, está dedicado al género conocido como sevdalinka, de sevdah, que significa algo así como amor arrebatado. Y precisamente Sevdah se titula esta canción en la que Merima Ključo se queda sola.