La revista The Wire entrevista en su último número al líder de Devo, Mark Mothersbaugh, y me ha dejado bastante estupefacto todo lo que dice de The Screamers, grupo californiano de finales de los 70. “Creo que The Screamers eran los que merecían el reconocimiento como la que podría haber sido la banda más importante de aquella era”, afirma. Y también: “The Screamers eran el grupo al que nosotros seguíamos la pista, pensando ‘eso es'”. Y también: “Eran fascinantes, sus canciones eran fantásticas, eran increíbles intérpretes y las chicas se volvían locas por ellos”.
Y me ha dejado estupefacto, más que nada, porque no recuerdo haber oído hablar jamás de los Screamers, y a estas alturas uno no espera descubrir grupos clave de hace treinta años. La culpa de no conocerlos es mía y sólo mía, claro, pero tengo una disculpilla que alegar en mi descargo: los Screamers son una de esas bandas excepcionales que, pese a acumular un buen número de seguidores en su escena, jamás llegaron a grabar ningún disco. Nada. Según parece, ni un sencillo. Ni un flexy para un fanzine. Ni una nota registrada en un estudio. Lo único que queda de ellos son directos y ensayos, lo que les convierte, según la docta y tajante opinión del dead kennedy Jello Biafra, en “la mejor banda sin grabaciones de la historia del rock”.
Y se trataba de un grupo peculiar, además. En 1977, en plena revuelta punk, ellos prescindieron de las guitarras y los bajos, esos instrumentos obsoletos, y se dedicaron a facturar una suerte de garaje-punk electrónico que mimaba el lado visual del asunto. Tenían un vocalista excesivo y de gran versatilidad gestual (Tomata du Plenty, a quien algún cronista ocurrente describió como “un Mickey Rooney psicótico”) y a menudo lucían peinados anómalos y atuendos extravagantes. A esa faceta teatral hay que achacarle que prescindiesen de grabar discos: ellos querían debutar en vídeo, para que su impacto no quedase desvirtuado. Y gracias a eso nos quedan peliculitas como ésta, con una interpretación en directo de la garajera 122 Hours Of Fear.