El finde pasado no colgué canción de la semana porque estaba cubriendo el Bilbao BBK Live. Y este que viene me parece que también haré pira, porque tengo importante celebración familiar. Así que voy a colgar una hoy, qué caramba, una inusual canción de la semana en martes que, además, remite un poco al festival.

Como he comentado en ese balance colectivo que solemos hacer en el peri, me gustaron mucho Pulp y Amyl and the Sniffers, cómo no, pero siempre prefiero aprovechar estas ocasiones para reivindicar lo pequeño, quizá porque soy de esos que se tiran todo el festival añorando las salas. Me impresionó la reinvención de Maria Arnal, ese abrazo de lo ancestral con la vanguardia: escuchando sus nuevas canciones, y siguiendo las curiosas evoluciones de las bailarinas que parecían sacerdotisas, uno pensaba en alguna ceremonia de un culto que podía ser antiquísimo o futuro. Y también quiero citar a Sal del Coche, trío vizcaíno que ofreció una música sugerente, inquieta, imprevisible y sin rebajar, impregnada de cultura rock pero ajena a todo mimetismo: son un orgullo de nuestra escena y está muy bien que asomen la cabeza en un gran evento, junto a un mainstream que poco tiene que ver con ellos.

Siempre aclaro que, con la obligación de escribir crónicas nada más acabar los conciertos y de hacer reportajes de ambiente, me pierdo muchas cosas que me interesan: entre quienes me conocen parece existir unanimidad sobre lo múchísimo que me habrían gustado Heartworms, y yo también lo creo, pero en ese momento estaba dándole a la tecla en la zona de prensa. Al menos sí pude ver un trocito de Sparks y otro de sus sobrinos-nietos Hidrogenesse, que además incluyó una de mis favoritas, ese Vuelve conmigo a Italia que me parece una de las canciones más tristes del pop español. Ah, ya que estoy recopilando reminiscencias irrelevantes: en el concierto de Kylie Minogue tuve una especie de ensoñación que vinculaba ese ambiente de discoteca fuera del tiempo con lo que habían hecho dos días antes Pulp, porque Jarvis Cocker remite a menudo a la discoteca como ámbito que propicia esos sueños y esos desengaños tan suyos. El nexo se me quedó en la cabeza y me llevó el día siguiente a leer esto, que no conocía: la entrevista que el líder de Pulp hizo a Kylie en 1995 para la revista Top Of The Pops, con preguntas jarvisianas sobre los nombres de los hijos, el carné de conducir, las peleas, las fobias, la vida después de la muerte y cuál sería el miembro de Take That al que ella besaría. La foto es de la sesión para aquella entrevista, que tiene imágenes muy curiosas.

Y vamos a la canción, ¿no? No ha sonado en Kobetamendi, ya habría podido, pero algo tiene que ver con el cartel de este año. Son la banda galesa Helen Love, veteranos del ramonismo monomaniaco, preguntándose qué camiseta se pondrán esta noche: podría ser la de los Pistols del 78 (que «no es original, es una falsificación»), o la de Siouxsie & The Banshees (no, «no está limpia»), o la de Hawkwind, o la de Teenage Fanclub, o la de X-Ray Spex… Pero ahí está, en el título y el estribillo, la decisión final: «Llevaré la de los Sparks».