Me van a permitir que empiece con una digresión, o sea, con un paseo por los cerros de Úbeda, que seguro que son un sitio bonito. Asisto alucinado a la polémica desencadenada en Estados Unidos por la foto en la que Miley Cyrus y unos colegas achinan los ojos en compañía de un amigo… yo qué sé cómo decirlo… étnicamente oriental. Tras las protestas de todas las asociaciones de chinos, japoneses y coreanos de Estados Unidos, el último capítulo es que una mujer de Los Ángeles se ha querellado contra la tierna estrellita y le pide 4.000 millones de dólares, para repartirlos entre todos los afectados por su “acto discriminatorio”. Y mucho ojo –añadan ustedes mismos el chiste–, que ya hay columnistas que se preguntan por qué no se sancionó a la selección española de baloncesto cuando todos se estiraron los ojos en un anuncio para las Olimpiadas. De hecho, se me ocurre que quizá deberían demandar también a la Real Academia Española, porque el mero hecho de mantener ese significado para la palabra achinar ya les debe de colocar en el bando de Miley y demás racistas ofensivos.
Pues bien, este rodeo venía al caso porque, en tiempos de corrección política desbordada y pavisosa, se agradece que de vez en cuando alguien se salte con pértiga el nivel de la incorrección y penetre directamente en los terrenos del sarcasmo e incluso el mal gusto. Y Amanda Palmer, componente de las Dresden Dolls que justo estos días está por España, va muy lejos por ese camino. Resumida sin florituras, la letra de Oasis cuenta en primera persona y con malhablado desparpajo la historia de una chica que va a una fiesta, se emborracha, es violada, se queda embarazada y aborta, pero nada de eso le importa mucho porque Oasis le han enviado una foto firmada y, además, tiene entradas para ver a Blur en octubre. La propia Amanda ha contado al Daily Telegraph que ella abortó a los 17 y fue violada durante una cita: “Me gustaría pensar que el minuto en el que eres capaz de bromear sobre las situaciones más oscuras de tu vida es el minuto en el que vuelves a hacerte con el poder y el control de la situación”, dice. Y, si es con una melodía tan pegadiza, mejor. Denle al play y no se ofendan. O quizá oféndanse, porque así a lo mejor pueden pedir miles y miles de trillones de petrodólares.