A lo mejor ustedes no se han enterado de que un programa “ha revolucionado la música y la televisión”, así como suena. Con esta enternecedora petulancia vende la cadena Cuatro su espacio Factor X, que –aclaro para quienes no se hayan enterado de la revolución pese a escuchar música y ver la tele a diario– tiene como aportación más original el hecho de que los artistas están repartidos en categorías que quedan a cargo de los distintos miembros del jurado, de manera que éstos también compiten de alguna manera. En fin, el programa no resulta tan nocivo como otros de su género porque las canciones asignadas a los chicos suelen dar menos grima e incluso en ocasiones, gracias a la presencia de Miqui Puig como juez-profesor, son… ¡buenas! De todas formas, la insistencia de todo el mundo en un ridículo factor x decisivo para el triunfo comercial resulta bastante cargante y sirve para justificar lo injustificable: la semana pasada, la componente femenina del jurado –esperen que mire… Eva Perales– salvó de la expulsión a unas tales Élanis pese a admitir que desde el principio no le gustaban y que habían cantado peor que su rival, una tal María. ¡Eso es criterio, sí señora! Y yo, que lo vi, les aseguro que no cantaron simplemente peor: cantaron criminalmente peor.
¿Que se han equivocado de blog? No, qué va: ayer hablábamos de Merzbow y hoy hablamos de Factor X, que simplemente es un ruido distinto. Ocurre que, como esta noche es la final y sé que muchos de ustedes hacen objeción de conciencia ante este tipo de programas, quería meterles un vídeo de uno de los grupos que siguen en el concurso, los cubanos Vocal Tempo, que siguen la estela de sus compatriotas Vocal Sampling en lo de imitar con la voz el sonido de los instrumentos. Les dejo con un Rock Around The Clock que dignifica estos concursos. Claro que luego, con eslóganes como “no queremos cantantes, buscamos una estrella”, las aguas (¿fecales?) vuelven a su cauce.