Como la semana pasada hice pira y me salté la preceptiva entrega de la sección, hoy voy a permitirme el lujo de soltar de una tacada dos canciones que me obsesionan desde hace unos cuantos días. Y me obsesionan, además, así como van, seguidas, primero Damek Majeeb y después Bell, porque las incluí en ese orden en mi playlist mensual y me he acostumbrado a escucharlas una detrás de la otra, aunque en realidad no tengan mucho que ver más allá de su adscripción al mundo árabe, ese comodín que usamos para ocultar que no tenemos ni idea de la variedad cultural de esa región del mundo.
Por ejemplo, yo no tenía ni idea de que el reggae es una música de mucho éxito en Libia desde los años 70. Me entero ahora porque los finos rastreadores del sello berlinés Habibi Funk han editado un álbum antológico completo de Ahmed Ben Ali, a modo de ampliación del disquito que ya le dedicaron hace algún tiempo. Dice el artista que el estilo jamaicano ha prendido con tanta fuerza en su país porque sus patrones rítmicos se parecen mucho a los del folclore libio, y no sé si será así o se tratará de una majarada suya, pero lo cierto es que la música fluye con una desconcertante naturalidad, con esas bases entre reggae y reguetón, ese autotune sugerente y esos arreglos tan tan magrebíes. Me flipa y me hace bailotear un poco absurdamente.
La otra canción viene de Beirut, la firma el sexteto Sanam (los de la foto de arriba) y presenta una combinación que a mí me parece imbatible entre krautrock y sonoridades árabes. Al principio tuve ciertos escrúpulos en definir como krautrock ese ritmo hipnótico que en buena medida constituye la esencia de la canción, pero después he leído que Sanam nacieron a raíz de la colaboración de varios músicos de la escena experimental libanesa con Hans Joachim Irmler, del mítico grupo progresivo alemán Faust, así que una raíz kraut hay ahí, claro. Bell (que también incluye otra cosa que me entusiasma, el sonido de campana) es una pieza vanguardista, misteriosa y un poco extraña pero también arrolladora, física, y lleva una letra planteada como un collage de versos de folclore árabe. ¡Y el vídeo es de derviches! Tengo muchísimas ganas de escuchar el elepé completo.