Empecé a escuchar el álbum de debut de Onetwothree sin tener ni idea de quiénes eran y, claro, pensé que era el enésimo grupo de ahora mismo que retoma las claves del post-punk ochentero (o en su caso, más bien, de ese estilo cimbreante y revoltoso, con desfachatez punk, que hermana de alguna manera a las Slits y a ESG). Pensé, también, que lo hacían con mucha gracia, con convicción y con naturalidad, hasta el punto de tenerme ganado con la primera canción del álbum, esta Perfect Illusions. Acudí a comprobar de dónde diablos salía esta gente y fue entonces cuando me di cuenta de que eran, digamos, the real thing, tres veteranas de la escena suiza de finales de los 70 y principios de los 80 entre las que destaca Klaudia Schifferle, de las refrescantes y emblemáticas Kleenex/LiLiPUT (ya saben que una demanda de los fabricantes de pañuelos las obligó a cambiar de nombre, y si no lo saben léanlo en esto tan bonito que escribí hace un tiempo, caramba). A Klaudia la acompañan otras dos bajistas/vocalistas, Madlaina Peer, de Noknows, y Sara Schaer, de TNT y Souldawn, lo que da lugar a una formación bastante insólita, aunque ellas mismas se apresuran a aclarar que en su disco no solo suenan bajos y voces. Las tres son amigas desde hace décadas, pero en 2018 decidieron traducir esa larga camaradería a canciones sinuosas, esquemáticas y también un poco gamberras.

Es una «música minimalista e insistente» que va creando «su propia extraña realidad», según la descripción de su discográfica, Kill Rock Stars. Por supuesto, tiene todo el sentido del mundo que su álbum haya salido en el sello más representativo de las riot grrrls de los 90, el mismo que ha publicado hasta la última migaja de material de Kleenex y LiLiPuT y las ha reconocido como «ancestros» de Bikini Kill y compañía.