No, no he visto todavía el documental de The Velvet Underground, pero llevo quince días leyendo tanto y tan bueno sobre la película que me he dejado arrastrar por la ola y he tenido el capricho de dedicarles la canción de la semana: al fin y al cabo, no habían salido nunca en la sección pese a tratarse seguramente del grupo más influyente en mi historia del rock (nótese el posesivo). De la Velvet se pueden decir muchas cosas, pero no tantas cosas nuevas, porque llevamos ya un montón de décadas dándole vueltas a ese legado pasmoso, que parece no envejecer nunca, entroncado con la tradición del rock and roll (y de lo que no es rock and roll) pero capaz de otear vanguardias y futuros insospechados entonces e inspiradores todavía hoy. Hay gente para la que la Velvet (y permítanme el uso de ese femenino tan nuestro) es algo así como su patria, una de las pocas cosas por las que estarían dispuestos a luchar. Mi relación con ellos es más desapasionada, quizá porque empecé a escucharlos relativamente tarde, pero me siguen dejando con la boca abierta: uno podría vivir bastante feliz aunque no le permitiesen escuchar otra música que su discografía completa, porque al fin y al cabo abarca todo el espectro del rock.

Así que canción de la semana para la Velvet, vale, pero… ¿cuál? ¿Cuál de las veinticinco o treinta que podrían perfectamente estar aquí? Por ejemplo, atravesé una época de auténtica fascinación por la obsesiva y despiadada Venus In Furs, una de las pocas canciones de las que tengo una camiseta, pero también me vuelven loco Sunday Morning o las baladas que canta Nico, tan eternas y anómalas. Aaaaay, en el fondo, creo que ya sabía desde el principio que iba a tirar por otra de mis debilidades: Candy Says, la primera de ese catálogo de maravillas que es el tercer álbum, compuesta por Lou Reed, dedicada a Candy Darling y cantada dulcemente, sí, por ese personaje rizoso al que tantas veces se soslaya, Doug Yule. Lo bueno es que en realidad da igual la canción que haya elegido, porque con la Velvet uno nunca puede conformarse con escuchar solo una.