No conocía de nada a Lassie, una banda de Leipzig que lleva tres años lanzando material, y en estas vacaciones de agosto me ha deslumbrado la casete que les ha editado el sello valenciano Discos Peroquébien. Es un fascinante artefacto (disponible en streaming para los que ya ni siquiera tenemos pletina) que recopila todas sus grabaciones hasta el momento, una andanada de quince canciones que acaban formando un álbum tan anómalo como perfecto. La propia discográfica (¿casetográfica?) describe al quinteto alemán como «ruidosos y divertidos a partes iguales», y es un perfil certero, porque Lassie cultivan una general desfachatez en la actitud y el sonido, como si fuesen un grupo de psicóticos que pasaron su infancia escuchando a Devo, The Fall y otros insignes extraviados. Qué gusto da cuando la falta de respeto por lo convencional se alía con las ganas de pasarlo bien.
Cualquiera de los cortes valdría para estar aquí, pero voy a tirar por el primero del lote, que es también uno de los más largos, o sea, de los pocos que superan los tres minutos. Veo en su Bandcamp que pertenece a su primera referencia, de comienzos de 2018, y es un himno de post-punk kamikaze y majara. «Sigo recibiendo llamadas de teléfono en mi lecho de muerte».