El post-punk oscurillo, lo que aquí llamábamos afterpunk allá por el pleistoceno de los 80, es un estilo con unas marcas muy definidas pero, a la vez, sorprendentemente abierto a fórmulas personales. Y, en el caso de las asturianas Viuda (que espero que no se enfaden por esa etiqueta vintage que acabo de aplicarles), la receta incluye más punk que post, digamos, y lo complementa con el toque garajero de los teclados y con una inesperada querencia castiza que se manifiesta en la puntuación de castañuelas y las estructuras de pasodoble, marcha de Semana Santa y, sí, copla, que así se titula nuestra canción de hoy. Es la última de su EP de debut, una ráfaga de cinco canciones que pasa en un suspiro (el conjunto no llega a diez minutos) y que le deja a uno preguntándose qué diablos acaba de escuchar y apretando de nuevo el play, como quien cava cinco paladas más en su fosa. Sí, vale, a lo mejor me he contagiado de su tono lírico.

Dice su sello, Humo Internacional, que lo suyo son «cinco canciones de furia y puro veneno, traídas para corromper todas las almas puras que se presten a la ceremonia», y que sus letras «pasarían perfectamente por conjuros y hechizos basados en la rabia y la perversión», y también que sus directos son «todo un ritual satánico a la altura de la magia negra del más alto nivel, acompañado de una energía y una intensidad guitarrera impredecible». Tengo muchas ganas de comprobar esto último (una pena que ya no existan nuestras Serpiente, que también grababan con Humo y habrían completado un imponente cartel doble) y, mientras tanto, voy a darle otras tres o cuatro escuchas al EP entero. «Quisiste saber tu porvenir, / te eché las cartas, te tocaba morir. / Era esencial, / es tu final».