
Cada vez que empieza un nuevo año, me hago el propósito de ensanchar un poco las fronteras habituales de esta sección, ya que la idea convencional de canción siempre acaba imponiéndose y deja fuera propuestas más aventuradas o menos concisas. Como todos los propósitos de año nuevo, este también suele acabar fracasando, porque el atractivo inmediato de los estribillos se impone en las valoraciones semanales, pero a estas alturas de enero todavía sigo firme en mi intención y por eso traigo por aquí a Soho Rezanejad, con un disco editado en diciembre que he escuchado un montón en el último mes y medio.
Soho nació en Nueva York, hija de exiliados iraníes, se ha criado en Copenhague y vive ahora en Berlín. Practica una electrónica tremendamente variada, con texturas que abarcan desde lo abrasivo hasta lo orquestal, y en este nuevo disco deja que fluya una música libre y difícilmente encasillable. Son ocho temas, a caballo (creo) entre la composición y la improvisación, creados como respuesta a distintos entornos urbanos en los que Soho actuó en 2018 y 2019: Copenhague, Viena, Helsingør, Munich, Montreal, Toronto, San Petersburgo, Tromsø y Nantes. Además, el disco está marcado por la muerte de su padre y por «el lenguaje de la naturaleza». Esto último queda particularmente claro en Surrender, una pieza de doce minutos y medio que tiene un poco de todo (empieza industrial, incluye fragmentos cantados e incluso pasajes de piano ambiental) y se vuelve extrañamente orgánica con la aparición espectral de voces de aves. Sí, aves.