La Justicia ha dado la razón a Francisco Javier Dotú y María Jesús Álvarez. A lo mejor sus nombres no les suenan, pero seguro que han escuchado sus voces alguna vez, al menos tres palabritas: él dice “próxima estación” y ella añade “esperanza”. Forman parte de una serie de grabaciones que el Metro de Madrid encargó a estos dos locutores (sí, la poética Esperanza es una parada muy real de la línea 4), pero saltaron a la fama como título y leitmotiv de un álbum de Manu Chao, que las empleó varias veces a lo largo del disco. Ahora, el juez ha obligado al músico a admitir que utilizó las voces sin permiso y a pagar la correspondiente indemnización a Álvarez y Dotú, un hombre que, por cierto, ha doblado a Al Pacino, Warren Beatty, Gene Wilder, Jack Nicholson, Alan Alda, Tom Hanks y, el más importante de todos, Blas, de Barrio Sésamo.
Esto, por fortuna, confirma que España es un país del primer mundo, ya que estremece pensar cuántas veces se hace lo mismo en el segundo y el tercero con absoluta impunidad y sin perder el gesto de persona concienciada. Gusta mucho ese toque exótico de la grabación de una radio tailandesa -el sello Sublime Frequencies se ha especializado en saquear las ondas, aunque ellos argumentan que sus discos no les dejan beneficios-, del músico callejero somalí o del mensaje institucional boliviano, porque el cosmopolitismo es genial cuando sale gratis.