¿Es que no puede hacerlo otro? Nada más satisfactorio que delegar tareas ingratas, bien lo sabía Homer Simpson cuando lo eligieron inspector de sanidad con semejante lema. De eso trata ‘Overlord’, de ejercer el liderazgo desde la retaguardia mientras otros se parten la cara. El protagonista de ‘Overlord’ es un genio del mal resucitado por sus sirvientes para tomar venganza de sus asesinos. A nuestros secuaces les va a pasar lo que a los hechiceros que devuelven la vida al maligno Zuthulu en una espléndida tira de la Perry Bible Fellowship: el campeón de las tinieblas echa barriga delante del televisor mientras esclaviza a los magos con tareas domésticas. Bueno, lo de ‘Overlord’ no es tan cruel: se conforma con llevarlos a una muerte segura.
No importa lo despóticas que sean las órdenes, los esbirros se precipitarán sobre el objetivo que fijemos, sea enemigo o cosa, con determinación suicida. Aunque esta incondicionalidad le resta cierto interés, la cosa en general resulta atractiva. Los esbirros, criaturas con un sospechoso parecido al Gollum, son además unos diablillos entrañables. ‘Overlord’ combina con gracia elementos sacados de aquí y allá. Tiene rompecabezas como las aventuras en 3D, peleas multitudinarias y una historia que pervierte los cánones de la fantasía medieval con colmillo retorcido. La mecánica de juego y el sentido del humor algo desviado recuerdan al ‘Dungeon Keeper’ de Bullfrog y al menos conocido pero también excelente ‘Stubbs the Zombie’.