En la patria de Johnny Hallyday, tan celosa en cuestiones de identidad, el personaje más famoso de los videojuegos tiene una clara filiación anglosajona. No está claro si es carne o si es pescado, pero lleva por nombre Rayman. El equipo de Michel Ancel (‘Beyond Good & Evil’), el más talentoso del país vecino, lleva trabajando desde 1995 en una decena de títulos sobre el personaje, que incluyen juegos de plataformas, de acción y educativos. ‘Rayman Raving Rabbids’ se interna en el género de ‘party games’ o minijuegos, con cerca de setenta pruebas de puntería, habilidad, precisión y velocidad, diseñadas ex profeso para el mando sensible al movimiento de la Wii y adaptadas con mejor o peor fortuna al resto de sistemas (en el caso del PC, bastante mala).
Como franquicia, ‘Rayman’ siempre ha apuntado de forma clarividente a los jugadores más jóvenes, introduciendo personajes blanditos y encantadores que se ven envueltos en un frenesí de violencia que pondría los pelos como escarpias a un psicopedagogo. El elemento perturbador de su última aventura lo componen los enemigos del protagonista, un puñado de psicóticos conejitos blancos que nos harán esbozar más de una sonrisa. El feliz poseedor de una Wii o de una prole superior a dos miembros tiene en ‘Rayman Raving Rabbids’ una adquisición segura. En cuanto a los demás, les queda el llanto y el crujir de dientes y el preguntarse por qué los galos no terminan de hacer ese juego bueno sobre Astérix que hace décadas llevamos esperando.