Hoy he dado la falsa impresión de ser un superfán de Miguel Ángel Martín. Bajaba por el Casco Viejo de Bilbao y me he topado de sopetón con la exposición -y venta- de sus trabajos que acaba de comenzar en la tienda Serie B (calle Lotería, número 2). Había leído sobre la minimuestra en Infraser pero, la verdad, se me había olvidado por completo. Y, cuando llevaba ya un buen rato contemplando los dibujos, me he dado cuenta de mi atuendo: una camiseta de Esplendor Geométrico con ilustración de M. A. Martín. Ya les digo, como un fan solipsista y embobado.
No me gusta parecer lo que no soy y sé demasiado poco de Martín para declararme seguidor. Pero, dicho esto, les diré que sí me encantan sus dibujos, cuestión en la que creo coincidir con muchas personas que no son particularmente aficionadas al cómic, pero sí a otras culturas o subculturas o infraculturas reflejadas en sus viñetas: desde Whitehouse o los propios Esplendor a Philip K. Dick o Ballard, por ejemplo. Su obra me parece bonita y turbadora, por usar un adjetivo que se le aplica pocas veces y otro que está cosido a su nombre, o suturado, que es una palabra más afín a su estética. Mañana viernes (a las ocho de la tarde, creo, pero no me hagan mucho caso con la hora) tendrán al autor en la tienda firmando comics. Bueno, supongo que también firmará delantales, muñequitos e incluso consoladores (¿es auténtico esto?), porque la gama de productos basados en sus personajes se ha hecho ya extensísima. Les prometo que no voy a bajar a que me eche un autógrafo en la camiseta.