Esto que les traigo hoy es un nuevo himno que debería sonar en tabernas, hogares y cabalgatas de Reyes. En serio que me parece un temazo irresistible, con esa inmediatez chispeante que tantos pretenden y tan pocos consiguen. Lo firman Faerground Accidents, un grupo de Sheffield centrado en la personalidad compleja y deslumbrante del cantante y guitarrista Bomar Faery, de quien se suelen mencionar dos rasgos: uno, obvio en cuanto se reproducen dos vídeos, es su afición a vestirse vistosamente de mujer (sí, es esa especie de joven Robert Smith del centro de la foto); el otro, menos evidente, es su paso por una institución psiquiátrica. Como referente para su sonido se suele tirar de sus paisanos Pulp (Faery es megafán de Jarvis Cocker, que a su vez ha elogiado a Faerground Accidents) y de Suede, pero me gusta mucho la descripción que brindó el propio líder en una entrevista: «Como si Roy Orbison encabezara a los Buzzcocks en un cabaré pasado de moda».
El quinteto ha editado un álbum de debut repleto de glam doméstico, en el que brilla con luz propia esta canción sobre una exnovia muy temperamental que ahora «es la novia de otro». En realidad, casi estamos ante una de las escasísimas canciones de amor dedicadas al nuevo novio de una exnovia, un chico «dulce y amable» para quien Faery solo tiene buenas palabras, como «mi antigua chica me hace sentir pena por el tío majo que ha ocupado mi lugar» o «me gustaría ser un buen amigo suyo cuando ella le haya vuelto loco». Tengo tantas ganas de que la escuchen que me da mucha rabia verme obligado a usar un enlace de Spotify, porque sé (sí, lo sé, lo sé) que muchos de ustedes no van a complicarse la vida en darle al play.