Nunca he sido un gran fan de John Lennon, pero he de reconocer que me apasionan las anécdotas que tienen que ver con la vertiente económica de su legado. La última la he leído este fin de semana en The Times: el Channel 4 británico ha pedido al guionista Simon Blackwell que se cargue una frase de un personaje en su nueva serie. «Imagine no possessions», decía. Los responsables de la cadena estaban aterrados ante la posibilidad de que Yoko Ono les enviase una factura exorbitante por el uso de un verso de Imagine, canción de la que, para colmo, está reconocida como coautora desde el pasado junio. «Irónicamente -ha comentado un certero Blackwell-, los herederos de John Lennon poseen la frase ‘imagina que no hubiese posesiones’».
No es la primera vez que da juego el contraste entre el contenido de la canción y la forma de entender las finanzas de John y Yoko. Y aquí me voy a copiar directamente a mí mismo. Hace 37 años, cuando John Lennon estaba a punto de cumplir los 40, su buen amigo Elton John le envió una tarjeta de felicitación que seguramente no le hizo mucha gracia. Elton había visitado al exbeatle en su domicilio del edificio Dakota, en Nueva York, y se había quedado atónito al comprobar la adicción a las compras de Yoko Ono, que disponía de un cuarto refrigerado para guardar sus abrigos de piel y tenía varias habitaciones abarrotadas de expositores de ropa. «Hace que lo mío parezca ridículo. Yo compro de tres en tres y de cuatro en cuatro, pero ella compra de cincuenta en cincuenta», se espantó Elton. Así que, en una arriesgada combinación de confianza y mala idea, felicitó a Lennon con unos versos nuevos para Imagine. Decían así: «Imagínate seis apartamentos, / no es difícil hacerlo, / uno está lleno de abrigos de piel, / otro está lleno de zapatos».
A Ono le encantan las compras, sí, pero todavía parecen apasionarla más los avisos legales y las querellas. En septiembre, sus abogados obligaron a interrumpir las ventas del refresco polaco John Lemon, que mira que era un buen nombre, y hace un par de semanas también han impuesto el cambio de nombre a un bar de Hamburgo que se llamaba Yoko Mono. Se ve que lo de vivir la vida in peace no incluía los juegos de palabras.