Noviembre trae una cantidad de conciertos que podría volver loco a cualquiera. En especial, la cuarta semana bordea lo demencial, con convocatorias interesantes por todas partes: esta vez, la estricta norma del blog de no repetir sala en la selección mensual me ha provocado dolor de corazón, al obligarme a dejar fuera cosas que me gustan mucho. Pero una selección es una selección y ocho citas me parece un buen límite. Ahí van.
Epic Problem (día 3, La Nube). El concierto de The Not Amused en La Nube, del que hablábamos el otro día, me ha dejado con más ganas de punk coreable. Y, precisamente, ahí está de nuevo La Nube para satisfacer esos oscuros deseos: Epic Problem vienen de Derbyshire, más o menos por el centro de Gran Bretaña, y practican un street punk agresivo y beligerante pero no caricaturesco.
Max e Igor Cavalera (día 5, Santana 27). Siento cierta desconfianza por lo que puedan hacer los hermanos Cavalera en esta revisión de Roots, el álbum mítico de su banda Sepultura. Pero es que ese disco y el que lo precedió, Chaos A.D., fueron importantes en aquella etapa de mi vida, hace (glups) veinte y veintitrés años respectivamente. Y me siguen pareciendo dos monumentos, de esos que dejan en ridículo a quienes desprecian el metal más o menos durete.
Hieroglyphic Being (día 11, piso superior del Antzoki). Me da mucha rabia dejar fuera de la lista el Izar & Star de Rafa Berrio con material de Poch y Derribos Arias, pero me siento casi obligado a destacar esta nueva cita de Paraleloan, que se están arriesgando a traer a Euskadi a figuras punteras de la electrónica underground. Hieroglyphic Being es Jamal Moss, un exgigoló de Chicago que produce de manera incontinente una intrigante electrónica de baja fidelidad, devota de Sun Ra y envuelta en conceptos herméticos. La cosa va de una a seis de la madrugada, ya saben.
The Rezillos (día 20, Satélite T). Se me ocurren pocos nombres mejores para animar una sesión vermú que The Rezillos, el grupo escocés que sirve para desmentir todas esas teorías baratas del punk como ruptura radical: en su música desinhibida y siempre divertida se escuchan mil ecos del pasado, combinados en una fórmula tan improbable como arrolladora. Su desfachatez parece diseñada especialmente para el Rabba Rabba Hey del Satélite.
Kevin Morby y Meg Baird (día 23, Kafe Antzokia). Lo que he escuchado de Kevin Morby me gusta, pero incluyo este concierto en la lista por la telonera, que ha aparecido por el blog con los Espers, con Heron Oblivion, en solitario, a dúo con su hermana y en colaboración con otros. Vamos, que tengo la intención de seguir sacando a Meg Baird haga lo que haga, porque su voz me parece una terapia mental que deberían prescribir los médicos.
The Cure (día 24, BEC). ¿Y qué digo yo de los Cure, si son el grupo que más ha influido en mi vida? Es cierto que, si aplicamos mi escala de valores, el último disco notable que han editado lleva fecha de 1992, pero eso da igual a la hora de ir a verles en directo: en sus exhaustivas sesiones de tres horas suena todo lo que tiene que sonar, de lo más comercial a lo más rarito, en una apabullante demostración de lo bien que han sabido hacerlo todo. Y, encima, telonean The Twilight Sad, que no son ninguna broma. Ah, el risueño Robert Smith de arriba es obra del compañero Borja Agudo.
Wombat Fest (día 25, Groove). La sala de Portugalete acoge esta nueva edición del festival, repleta de atractivos estruendos: de abajo arriba, oficiarán los guerniqueses Tooth, los irlandeses Wife (ex Altar Of Plagues), los noruegos Okkultokrati y los belgas Oathbreaker, que son los que más me motivan del lote, con su combinación de rasgos interesantes de diversas ramas del metal y la voz femenina de Caro Tanghe.
Wrekmeister Harmonies (día 25, Kafe Antzokia de Bermeo). En el cartel del Wombat Fest habría podido encajar perfectamente el extraño colectivo que comanda el barbudo JR Robinson, por mucho que el metal sea solo uno de los ingredientes que componen su ambiciosa propuesta, una música de vanguardia que demanda cierta paciencia pero suele recompensar con pasajes de fuerza liberadora. Me encanta, por cierto, su alegre presentación oficial: «JR Robinson percibe la vida como un proceso largo y gradual de decadencia».
Y ahora vamos a limpiarnos los oídos y a repararnos un poco el alma con una dosis de Meg Baird.