Hay un nuevo supergrupo llamado Supergrupo. En realidad no es tan nuevo, pero alguien ha debido de pensar que, cuando tienes entre manos un supergrupo, lo mejor es dejar las cosas claras desde el nombre: Supergrupo es como se llama ahora la suma de Aviador Dro, L-Kan y La Monja Enana, una alianza ya veterana que debutó hace más de una década con un disco conjunto de compadreo intergeneracional. Ahora, los miembros de este ejército mutante regresan de la hibernación para cumplir su misión sagrada: «Salvar al mundo de los indies, de los hashtags, de los gintónics con cosas, de las grasas saturadas, de los diyeis, de nosotros mismos».
Supergrupo suma once miembros y su álbum recién salidito, Crisis en autonomías infinitas, viene a ser como una orgía desprejuiciada de gente flexible y promiscua, en la que unos cantan alegremente temas de otros y se van colando canciones nuevas y unas cuantas versiones de corrales ajenos: de Leño, de Parálisis Permanente, de los Who, de Michael Nyman. A bote pronto, mi tema favorito del disco es Fortaleza, con su melancolía existencial a lo New Order, pero no me resisto a colgarles su adaptación del No se vende el rock and roll de Rosendo y los suyos. Aquí se ha transformado en No se vende el tecnopop, y soy consciente de que a algunos lectores tradicionalistas les provocará ronchas y picores. Los hay que no lo pueden entender.