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Sabor a lima

 

El otro día, escribiendo un temita sobre Leonard Cohen, esos caprichos que tiene el cerebro me llevaron a acordarme de unos artistas casi contrapuestos al grave bardo canadiense. Tampoco es que mi sesera se haya vuelto majara del todo, porque entre los unos y el otro existe un vínculo evidente: todos proceden de Montreal. Pero la música de estos tipos viene a ser la negación de todo lo que ha representado siempre el bueno de Lenny: la profundidad, la poesía, la lentitud…

Me refiero a Lime, un dúo que triunfó en los 80 con lo que podríamos llamar, saltándonos a la torera el sinsentido conceptual, italodisco canadiense. Cuando yo era adolescente, Lime sonaban un montón en la radio, y sus discos de portadas estupefacientes suelen aparecer todavía con cierta frecuencia en las cubetas de segunda mano. Yo recordaba que eran un matrimonio de nombres gemelos, Denis y Denyse LePage, y por alguna razón se me quedó grabada en la memoria una actuación en el programa Tocata, con dos rubiales sonrientes y conjuntados. Siempre había asociado los nombres y las caras, cómo no, pero resulta que la lógica elemental me había traicionado. Miren, les voy a poner aquella aparición en TVE, que está en YouTube, aunque se vea aún más borrosa que en mis recuerdos.

 

 

La cuestión es que, como iba diciendo, Cohen me llevó a dedicar un rato a leer cosas sobre Lime, y descubrí que en realidad no sabía nada del grupo. Para empezar, los rubiales en cuestión no eran Denis y Denyse, porque los que daban la cara en los conciertos y las televisiones eran cantantes contratados. En algún momento, llegó a haber tres o cuatro versiones de Lime girando simultáneamente por el mundo. No era un caso como el de Milli Vanilli, porque estos obreros de la música disco cantaban de verdad en los conciertos, así que el engaño era relativo. La más habitual en aquellas alineaciones se llamaba Joy Dorris y empezó a actuar como Lime allá por 1983, de manera que se convirtió en la imagen pública de un dúo del que nunca formó parte. La búsqueda por internet me llevó a First Legends Of Disco, un libro editado este año en el que James Arena entrevista a cuarenta estrellas de la época. Una de ellas es nuestra amiga Joy, que relata su curiosa experiencia y explica que jamás llegó a conocer a Denis ni a Denyse LePage.

Lo mejor es que el libro también dedica un capítulo al propio Denis, el hombre que componía y grababa en su propia casa los temas de Lime, complementado por la voz agudísima de su esposa. Y en esa sección descubrimos que Denis, de 66 años, es hoy Nini Nobless (o No Bless, que de las dos maneras lo ha escrito), una mujer transexual «con unas tetas más grandes que las de Marilyn Monroe» (la descripción es suya) que sigue dedicada a la música. De su época de éxito global le ha quedado una dosis evidente de resentimiento, porque las ganancias se quedaron en aquellos extraños sellos de la era disco, empresas oscuras que solían bailar al ritmo de la codicia: «No tengo mucho de nada y roban la música que hago», dice Nini. ¿Escuchamos lo que hace en la actualidad? Es una buena manera de desdramatizar entre reproducción y reproducción del nuevo álbum de Leonard Cohen.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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