Ahí donde las ven, estas dos mujeres dan un poco de miedo cuando se juntan. A la izquierda tienen a Jenny Hval, que la verdad es que ya daba un poco de miedo sola: en sus dos álbumes ha demostrado de sobra su gusto por las sensaciones incómodas, tanto en lo lírico como en lo musical, con esa voz que sube y baja de tono como si hiciese papiroflexia con los pentagramas. A la derecha está Susanna Wallumrød, una vieja conocida del blog que tiende más bien a lo bello, sea bordando versiones como el Jolene de Dolly Parton, sea interpretando a Purcell junto a una arpista barroca o sea, en fin, con sus propias composiciones. El caso es que las dos cantantes noruegas han grabado un disco compartido, Meshes Of Voice, y en él se dedican a entreverar sus voces en temas más bien inquietantes, con pasajes de hermosura susanniana que de pronto se demencian. Uno empieza a escuchar Black Lake, tan pausada y evocadora, y va advirtiendo que un tono ominoso domina la canción. Y, cómo les diría yo: allá por los dos minutos y medio, esa amenaza imprecisa se cumple y acabamos sumergidos un rato en la negrura.