Les cuento esto y ustedes ya me matan o lo que les parezca: desde que escuché los coros de ‘El ojo que me mira’, todas las canciones de Fito me suenan a Police. ¿Se deberá esto a la cualidad AORera que le aprecia la crítica en sus últimos discos? Para mí es una suerte, porque disfrutaba de la música de Sting antes de que empezara a componer canciones del gusto de Julio Iglesias, pero comprendo la desazón de quienes echan en falta el rollo más asfáltico de Platero y Tú. Los artistas evolucionan, crecen, se les salen los pies de la cama y al tirar de la sábana de sus intereses cubren a una parte mayor del público mientras una minoría que se queda en pelotas clama traición. Qué se le va a hacer. Está sembrado Carlos Benito cuando recuerda que “los aficionados al rock suelen ser propensos a la intransigencia”, y yo añadiría, como dice toreramente el gran Guti: “es que en el fútbol hay mucho extremista, ¿sabes?”.
(‘Por la boca vive el pez’, último disco de Fito y los Fitipaldis, se encuentra a la venta desde el lunes)